sábado, 28 de junio de 2025

INTELIGENCIA

La inteligencia es un concepto multifacético que, en términos generales, se refiere a la capacidad que tenemos los humanos para adquirir y aplicar conocimientos y habilidades, siendo clave en la interacción humana con la realidad.

Las capacidades fundamentales de los seres inteligentes son:
  • Razonamiento: La habilidad para pensar de manera lógica, resolver problemas y tomar decisiones. Esto incluye el razonamiento deductivo (de lo general a lo particular) e inductivo (de lo particular a lo general).
  • Aprendizaje: La capacidad de adquirir nueva información, comprenderla y recordarla. Esto abarca desde el aprendizaje simple por repetición hasta el aprendizaje complejo a través de la experiencia y la observación.
  • Resolución de problemas: La aptitud para identificar un problema, analizar sus componentes, desarrollar estrategias y ejecutar soluciones.
  • Adaptación: La habilidad para ajustarse a nuevas situaciones, entornos o desafíos, modificando el comportamiento o el pensamiento según sea necesario.
  • Creatividad: La capacidad de generar ideas originales, innovadoras y útiles, pensando de manera divergente y explorando nuevas posibilidades.
  • Memoria: La facultad de almacenar, retener y recuperar información y experiencias pasadas.
  • Lenguaje: La habilidad para comprender, producir y usar el lenguaje, ya sea hablado, escrito o gestual, para comunicarse y expresar ideas.
Es fundamental destacar que la inteligencia no es una cualidad única y monolítica.
Diversas teorías han considerado la existencia de múltiples tipos de inteligencia, siendo los autores más sobresalientes, los siguientes:

1. Alfred Binet fue pionero de la medición de la Inteligencia y junto a su colega Simon desarrolló la primera escala métrica de inteligencia, a principios del siglo XX. Su objetivo no era medir una inteligencia innata, sino identificar a los niños que necesitaban apoyo educativo adicional. Su mayor aportación fue la creación del concepto de edad mental, que comparaba el rendimiento de un niño con el rendimiento promedio de niños de diferentes edades.

2. Charles Spearman propuso la teoría bifactorial de la inteligencia. La existencia de un factor o inteligencia general, que representaba una capacidad mental general subyacente a todas las actividades intelectuales. Además, reconoció la existencia de factores o habilidades específicas para tareas concretas, como la habilidad verbal o la habilidad numérica.

3. Louis Thurstone se opuso a la idea de Spearman y propuso la existencia de siete aptitudes mentales primarias, relativamente independientes entre sí: la comprensión verbal, fluidez verbal, aptitud numérica, aptitud espacial, memoria asociativa, velocidad perceptual y el razonamiento.

4. Raymond Cattell, a mediados del siglo XX habló de la inteligencia fluida y la cristalizada, que pueden cambiar a lo largo de la vida. Inteligencia Fluida, se refiere a la capacidad de razonar y resolver problemas nuevos, abstractos y complejos, independientemente del conocimiento adquirido. Está más relacionada con las habilidades innatas y la neurofisiología, y tiende a disminuir con la edad. Inteligencia Cristalizada, representa el conocimiento adquirido, la experiencia, el vocabulario y las habilidades culturales. Aumenta con la edad y la experiencia.

5. Jean Piaget se centró en el desarrollo de la inteligencia a lo largo de la infancia, viéndola como un proceso de adaptación activa al ambiente. Propuso que los niños construyen su comprensión del mundo a través de etapas cualitativamente diferentes, a través de la interacción con el entorno sensoriomotriz (de 0 a 2 años): aprendemos a través de los sentidos y la acción. Preoperacional (de 2 a7 años), desarrollamos el lenguaje y el pensamiento simbólico. Operaciones Concretas (de 7 a 11 años), pensamiento lógico sobre eventos concretos. Operaciones Formales (a partir de 11 años), capacidad para el pensamiento abstracto y el razonamiento hipotético-deductivo.

6. Howard Gardner, autor todavía vivo, bautizó una de la teorías más importantes sobre la inteligencia: La Teoría de las Inteligencias Múltiples propuso que la inteligencia no es una capacidad unitaria, sino un conjunto de inteligencias múltiples e independientes. Inicialmente identificó ocho tipos de inteligencia, y ha sugerido una posible novena:

  • Lingüística: Habilidad con las palabras y el lenguaje.
  • Lógico-Matemática: Habilidad para el razonamiento y la resolución de problemas numéricos.
  • Espacial: Habilidad para percibir y manipular objetos en el espacio.
  • Musical: Habilidad para la música, el ritmo y la melodía.
  • Corporal-Kinestésica: Habilidad para el control del propio cuerpo y la manipulación de
  • objetos.
  • Intrapersonal: Autoconocimiento y comprensión de las propias emociones.
  • Interpersonal: Habilidad para entender y relacionarse con los demás (empatía).
  • Naturalista: Habilidad para reconocer y clasificar elementos del mundo natural.
  • Existencial: Capacidad para reflexionar sobre las grandes preguntas de la vida y el significado…¿de dónde venimos, quiénes, somos, adónde vamos?
Gardner ha desafiado la concepción tradicional de la inteligencia medida por el CI, promoviendo una visión más amplia y equitativa de las capacidades humanas, con gran impacto en la educación. No es cuán inteligente eres, sino cómo eres inteligente.

7. Robert Sternberg, también vivo en la actualidad, propone una teoría triárquica de la inteligencia exitosa, que se define como la capacidad de alcanzar los propios objetivos significativos en la vida, adaptándose, dando forma y seleccionando los entornos:
  • Inteligencia analítica o la inteligencia académica tradicional.
  • Inteligencia creativa, la capacidad de generar ideas nuevas y originales, así como de manejar la novedad y automatizar procesos.
  • Inteligencia práctica o lo que a menudo llamamos inteligencia callejera.
8. Daniel Goleman, autor ya citado en el podcast de las emociones, propone otra teoría muy moderna: La Inteligencia Emocional, aunque el término original no fue suyo, fue acuñado por Salovey y Mayer.
La inteligencia emocional se refiere a la capacidad de reconocer, comprender y gestionar las propias emociones, así como de percibir, comprender e influir en las emociones de los demás. Se desglosa en cinco componentes principales: 
  • Autoconocimiento emocional: Reconocer las propias emociones.
  • Autorregulación emocional: Gestionar las propias emociones.
  • Motivación: Dirigir las emociones hacia el logro de metas.
  • Empatía: Comprender las emociones de los demás.
  • Habilidades sociales: Manejar las relaciones con los demás de manera efectiva.
Goleman, puso de manifiesto la importancia de las habilidades emocionales y sociales para el éxito en la vida, más allá de la inteligencia cognitiva tradicional.
En relación con la medición de la inteligencia, se han utilizado habitualmente pruebas de Coeficiente Intelectual (CI). Sin embargo, estas pruebas se centran principalmente en las habilidades lógico-matemáticas y lingüísticas, y no reflejan la totalidad de las capacidades intelectuales de una persona.
La visión moderna de la inteligencia reconoce la importancia de una gama más amplia de habilidades y contextos. Y parece que el cociente intelectual no es suficiente para alcanzar un éxito significativo, pues más bien depende de otros factores como las habilidades para encontrar soluciones prácticas a los problemas del día a día, la creatividad o la capacidad de gestionar las emociones propias y ajenas. En definitiva, los logros extraordinarios obedecen menos al talento que a la oportunidad.

Ya decía el premio Nobel Albert Einstein: la verdadera señal de inteligencia no es el conocimiento, sino la imaginación. 
O el gran Stephen Hawking, que: la inteligencia es la habilidad de adaptarse al cambio.


¿La inteligencia se hereda o se debe a los factores ambientales?
Esta es la famosa polémica herencia-ambiente, también conocida como el debate nature vs. nurture, en inglés) es una de las discusiones más antiguas y fundamentales en psicología, especialmente en el estudio de la inteligencia. Se centra en la pregunta de cuánto de nuestra inteligencia está determinada por nuestros genes (herencia) y cuánto por nuestro entorno y experiencias (ambiente).
Los defensores de la postura genética argumentan que la inteligencia es principalmente una capacidad innata, predeterminada por la genética que heredamos de nuestros padres. Se basan en la idea de que nacemos con un cierto potencial intelectual que está codificado en nuestro ADN.
Y si esto fuera así, entonces los gemelos idénticos (que comparten el 100% de sus genes) tendrían CI muy similares, incluso creciendo en entornos diferentes.
Por otro lado, quienes enfatizan el papel del ambiente sostienen que la inteligencia se moldea y desarrolla principalmente a través de la experiencia, la educación, la nutrición, el entorno familiar, las interacciones sociales y las oportunidades de aprendizaje. Si la inteligencia fuera puramente ambiental, entonces un entorno enriquecido y estimulante conduciría a un mayor desarrollo intelectual, independientemente de la predisposición genética.
 
Hoy en día, la mayoría de los científicos y psicólogos están de acuerdo en que la polémica no es una cuestión de o esto o aquello  (herencia o ambiente), sino de esto y aquello  (herencia y ambiente).

La inteligencia es el resultado de una interacción compleja y dinámica entre factores genéticos y ambientales.
Los genes no actúan de forma aislada, y el ambiente no influye en una tabula rasa. Los genes pueden influir en cómo las personas responden a su entorno, y el entorno puede activar o desactivar ciertos genes. Por ejemplo, un niño con una predisposición genética a una mayor inteligencia podría buscar activamente entornos más estimulantes (como leer más, participar en debates, etc.), lo que
a su vez potenciaría su desarrollo intelectual.
La heredabilidad de la inteligencia o ese porcentaje de la variación de la inteligencia en una población que se atribuye a diferencias genéticas, se estima entre el 40% y el 80%, dependiendo de la edad y la población. Sin embargo, es crucial entender que: una heredabilidad del 60% no significa que el 60% de la inteligencia de una persona sea genética y el 40% ambiental. Significa que el 60% de las diferencias en la inteligencia entre las personas en una población pueden explicarse por diferencias genéticas.
La influencia genética tiende a aumentar con la edad. En la primera infancia, el ambiente compartido (familia, escuela) tiene una influencia más significativa, mientras que en la adultez, la influencia genética se hace más pronunciada, posiblemente porque los individuos buscan y crean entornos que se alinean con sus predisposiciones genéticas.
En entornos muy empobrecidos o poco estimulantes, la influencia genética puede ser menor, ya que las oportunidades ambientales limitan el pleno desarrollo del potencial genético.
Incluso si hay una base genética, el ambiente juega un papel vital en cómo se expresa ese potencial.

Veamos algunos factores ambientales influyentes en la inteligencia humana:

1. Nutrición: Una nutrición adecuada en las primeras etapas de la vida es clave para el desarrollo cerebral.
2. Estimulación temprana: Acceso a juguetes, libros, conversaciones, y experiencias que promuevan la curiosidad y el aprendizaje.
3. Educación: La calidad de la escuela, la interacción con maestros y compañeros, y el acceso a recursos educativos.
4. Entorno familiar: Un ambiente familiar que fomente el aprendizaje, la exploración y el apoyo emocional.
5. Salud: Diversas enfermedades, exposiciones a toxinas o traumas, pueden afectar el desarrollo cognitivo.

Y todo esto se explica con el llamado Efecto Flynn, es decir, que el aumento sostenido en las puntuaciones de CI observadas en muchas partes del mundo a lo largo del siglo XX es un claro ejemplo del impacto ambiental, ya que los cambios genéticos a esta escala son demasiado lentos para explicarlo.

Para desentrañar la interacción herencia-ambiente, los investigadores utilizan principalmente:
Estudios con gemelos, comparando la similitud intelectual entre gemelos idénticos (misma genética) y estudios con mellizos (50% de genes compartidos), criados juntos o por separado.
Estudios de adopción, comparan la inteligencia de niños adoptados con la de sus padres biológicos (genes compartidos) y sus padres adoptivos (ambiente compartido).

Todo lo anterior del ser humano, pero y los animales, ¿son inteligentes? 

La inteligencia animal es un campo fascinante y en constante expansión dentro de la psicología comparada y la etología. Durante mucho tiempo se subestimaron las capacidades cognitivas de los animales, pero la investigación reciente ha revelado una diversidad asombrosa de habilidades.

Las distintas especies que habitan nuestro planeta disponen de dos mecanismos complementarios para resolver la adaptación a su entorno: uno es la programación genética, que les permite desencadenar pautas de conducta complejas, con un alto valor de supervivencia y el otro mecanismo es el aprendizaje, que les permite modificar la conducta ante los cambios ambientales.

Los estudios con animales arrojan estas conclusiones:

  • Chimpancés utilizan palos para pescar; termitas y piedras para romper nueces.
  • Cuervos, son famosos por fabricar y usar herramientas complejas
  • Pulpos, usan cáscaras de coco como refugio móvil o piedras para bloquear entradas.
  • Chimpancés pueden resolver problemas de forma repentina, como apilar cajas para alcanzar un plátano.
  • Loros, pueden aprender conceptos abstractos como forma, color y número.
  • Delfines y Ballenas: Utilizan sistemas de comunicación complejos (clics, silbidos) y muestran capacidad de imitación.
  • Las gallinas tienen más de 30 vocalizaciones distintas; y algunas especies pueden repetir palabras y sonidos humanos.
  • Abejas: Realizan la danza del meneo para comunicar la ubicación de fuentes de alimento.
  • Elefantes: Famosos por su gran memoria (recuerdan rutas de migración y fuentes de agua a largo plazo, y pueden reconocer individuos después de mucho tiempo).
  • Ardillas, recuerdan la ubicación de miles de escondites de comida durante meses.
  • Y qué decir de los perros, los mejores amigos del hombre, son excepcionalmente buenos en aprender de los humanos y reconocer sus emociones. 
 
Otro campo muy actual  es el de la Inteligencia Artificial (IA), que busca crear sistemas y máquinas capaces de realizar tareas que, hasta hace poco, requerían de la inteligencia humana. Esto incluye aprender, razonar, resolver problemas, percibir, comprender el lenguaje y, en algunos casos, manipular objetos.

Fue en 1956 cuando John McCarthy en un congreso de informática propuso el término IA. Los sucesivos desarrollos, hasta nuestros días, han conectado el término con la psicología cognitiva, la lingüística, y la neurofisiología, creando la llamada ciencia cognitiva, que considera la mente como un sistema simbólico. El ser humano y el ordenador, aunque diferentes, comparten la capacidad de procesar y manipular símbolos abstractos.

La IA no es una sola tecnología, sino un paraguas que abarca diversas técnicas, siendo las más conocidas el aprendizaje automático (Machine Learning) y el aprendizaje profundo (Deep Learning), que permiten a los sistemas aprender de grandes volúmenes de datos sin ser programados explícitamente para cada tarea.
Algunos hitos a recordar son: 1950 Alan Turing publica su obra cumbre “Computing Machinery and Inteligence”; en 1997, la máquina Deep Blue, de IBM, vence al gran Kasparov en una partida de ajedrez y en 2000 se comienza la venta de las primeras mascotas robots… hasta hoy con Chap Gpt y otras aplicaciones de IA, en constante desarrollo.

Pero, ¿cuáles son las ventajas y los peligros de la IA?

Algunas de las virtudes de la inteligencia artificial pueden ser:
  • Automatización de tareas repetitivas y tediosas: La IA es excelente para realizar trabajos monótonos y de alto volumen con gran precisión. Esto libera a los humanos para tareas más creativas, estratégicas y que requieren empatía o juicio complejo. P.e.: Fabricación, procesamiento de datos, atención al cliente (chatbots).
  • Reducción del error humano: Al eliminar la fatiga, el aburrimiento y las limitaciones cognitivas humanas, los sistemas de IA pueden operar con un nivel de precisión mucho mayor en determinadas tareas. P.e.: Diagnóstico médico por imagen, control de calidad en líneas de producción, cálculos financieros.
  • Análisis de grandes volúmenes de datos (Big Data): La IA puede procesar y analizar cantidades masivas de información a una velocidad inalcanzable para los humanos, identificando patrones, tendencias y correlaciones que de otra manera pasarían desapercibidas. P.e.: Predicción de mercados, detección de fraudes, personalización de recomendaciones (Netflix, Amazon).
  • Toma de decisiones más rápida e informada: Al procesar datos en tiempo real y aplicar algoritmos complejos, la IA puede ofrecer recomendaciones que agilizan la toma de decisiones, mejorando la eficiencia y la efectividad. P.e.: Rutas de entrega optimizadas, gestión de inventario, detección de amenazas de ciberseguridad.
  • Disponibilidad 24/7: A diferencia de los humanos, los sistemas de IA pueden trabajar sin descanso, lo que es crucial en servicios que requieren atención continua. P.e.: Atención al cliente automatizada, monitoreo de sistemas críticos.
  • Personalización y experiencia del usuario mejorada: La IA puede adaptar productos, servicios y contenidos a las preferencias individuales de los usuarios, creando experiencias más relevantes y satisfactorias. P.e.: Listas de reproducción personalizadas, publicidad dirigida, asistentes virtuales.
  • Avances en la salud y la investigación: La IA está revolucionando la medicina, desde el descubrimiento de fármacos hasta el diagnóstico precoz y la medicina personalizada. P.e.: Detección temprana de cáncer, desarrollo de nuevas moléculas, robots quirúrgicos.
  • Potenciación de la creatividad humana: Al encargarse de tareas tediosas, la IA puede liberar tiempo para que los humanos se centren en la ideación y la innovación. Incluso puede asistir en procesos creativos, como la generación de ideas o borradores. P.e.: Generación de texto, imágenes o música a partir de indicaciones.
Pero no todo el monte es orégano, he aquí algunas desventajas, defectos o peligros de la inteligencia artificial, a día de hoy:

  • Sesgo algorítmico y discriminación: Los sistemas de IA aprenden de los datos con los que son entrenados. Si estos datos reflejan prejuicios o desigualdades históricas (género, raza, nivel socioeconómico), la IA puede perpetuar y amplificar estos sesgos, llevando a decisiones injustas o discriminatorias. P.e. Sistemas de contratación que favorecen ciertos perfiles, algoritmos de reconocimiento facial con menor precisión en ciertos grupos étnicos.
  • Pérdida de empleos: La automatización impulsada por la IA puede desplazar a trabajadores de roles rutinarios y repetitivos, generando preocupación sobre el desempleo y la necesidad de una reconversión laboral masiva.
  • Falta de empatía y comprensión del Contexto Humano: La IA opera con datos y lógica, careciendo de la capacidad humana para comprender emociones, matices culturales, o situaciones sociales complejas. No tiene conciencia ni sentimientos. P.e. chatbots que no manejan bien situaciones de crisis emocionales y no comprenden el sarcasmo o la ironía.
  • Problemas de privacidad y seguridad de Datos: Para funcionar, la IA requiere acceso a grandes cantidades de datos, a menudo personales. Esto plantea riesgos significativos si estos datos no se gestionan de forma segura y ética, o si son vulnerables a ciberataques.
  • Opacidad y falta de transparencia (Caja Negra): Muchos algoritmos avanzados de IA, especialmente los de aprendizaje profundo, son tan complejos que incluso sus creadores pueden tener dificultades para entender cómo llegan a ciertas decisiones. Esto dificulta la auditoría, la depuración y la atribución de responsabilidades.
  • Dependencia tecnológica y fallos críticos: La creciente dependencia de la IA en sistemas vitales (infraestructura, defensa, salud) significa que un fallo en estos sistemas podría tener consecuencias catastróficas.
  • Coste elevado y necesidad de especialización: Desarrollar, implementar y mantener sistemas de IA robustos y eficientes requiere una inversión significativa de recursos y de personal altamente cualificado, lo que puede limitar su acceso a organizaciones con menos recursos.
  • Dilemas éticos y responsabilidad: ¿quién es responsable cuando un sistema de IA comete un error grave o causa daño? (Por ejemplo, un coche autónomo en un accidente). La creación de IA autónoma plantea complejos desafíos éticos y legales sobre la responsabilidad y el control.
  • Vulnerabilidad a ataques maliciosos: La IA puede ser utilizada para fines maliciosos, como la creación de deepfakes, la difusión de desinformación a gran escala, o el diseño de ciberataques más sofisticados.
Es decir, que nos encontramos como cuando se inventó la bomba de neutrones, pues se puede utilizar ese descubrimiento para hacer la bomba atómica o para curar el cáncer.

Y ¿la inteligencia influye en la felicidad?

Pues, ser muy inteligente no garantiza la felicidad, y aquí hay varios puntos a considerar:

1. Las personas altamente inteligentes a veces pueden ser más propensas a la rumiación, a analizar excesivamente las situaciones y a tener expectativas más altas de sí mismas y de los demás, lo que puede llevar a la frustración o el aislamiento.

2. O los famosos niños savant. El síndrome de savant o síndrome del sabio es una patología extraña en la que las personas con discapacidad en su desarrollo, lesiones o enfermedades cerebrales presentan «islas» espectaculares de habilidad o habilidades de forma extraordinaria, creando una discordancia entre la discapacidad y la «super habilidad”. Son expertos espaciales, o en arte, cálculos, mecánica e incluso memorizando datos o fotografías.

3. También, en algunos casos, las personas muy inteligentes pueden sentirse incomprendidas o tener dificultades para conectar con los demás a un nivel profundo, lo que podría llevar a sentimientos de soledad.

Queda claro que la forma en que se utiliza la inteligencia es más determinante que su mera posesión. Una alta capacidad intelectual puede ser una herramienta poderosa para construir una vida plena, pero no lo es todo. La felicidad es un concepto multidimensional influenciado en un alto porcentaje, por una amplia gama de factores más allá del coeficiente intelectual, como la salud física y mental, las relaciones sociales, el propósito en la vida, la autoaceptación, la resiliencia y la capacidad de gestionar las emociones.

En última instancia, el futuro de la inteligencia no se define por lo que medimos hoy, sino por cómo cultivamos y valoramos cada forma de habilidad humana.

martes, 20 de mayo de 2025

EL DOLOR

En el año 1979 la Asociación internacional para el Dolor (IASP) consensuó una definición, dijo: “El dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable, generalmente asociada a un daño tisular, es decir, de los tejidos del organismo, que puede ser real o potencial, y cuya presencia se manifiesta por alguna forma de conducta observable, visible o audible”.

Es importante destacar que el dolor es una experiencia subjetiva y que la forma en que se experimenta puede variar significativamente de una persona a otra. 

Y para entenderlo mejor hay que basarse en los distintos enfoques existentes.

El primer enfoque es el biomédico, el dolor se considera una señal de daño de los tejidos o una disfunción del sistema nervioso. Se centra en los procesos fisiológicos, como la activación de los receptores del dolor, la transmisión de señales nerviosas a través de la médula espinal y el cerebro, y la liberación de sustancias químicas, como la sustancia P.

El tratamiento biomédico se enfoca en el uso de medicamentos (analgésicos, antiinflamatorios), terapias físicas y procedimientos invasivos, aunque sean mínimos, para abordar la causa subyacente del mismo.

El segundo enfoque es el psicológico, el dolor se considera una experiencia multidimensional influenciada por emociones, creencias, expectativas y los comportamientos.

El dolor puede desencadenar o exacerbar emociones como la ansiedad, la depresión, el miedo y la frustración.  A su vez, estas emociones pueden aumentar la percepción del dolor.

Las creencias, las expectativas, la atención y la interpretación del dolor juegan un papel importante.  Por ejemplo, catastrofizar el dolor (pensar que es lo peor que puede pasar) puede empeorar la experiencia.

El dolor puede llevar a cambios en el comportamiento, como evitar actividades, aislamiento social y dependencia de otros.  Estos comportamientos pueden perpetuar el dolor y la discapacidad.

Cuando pensamos en dolor, lo primero que nos viene a la mente es una sensación física desagradable. Sin embargo, la psicología nos revela que el dolor es mucho más que una simple señal nerviosa. Nuestro cerebro juega un papel crucial en cómo interpretamos esas señales. Factores como el estrés, la ansiedad o incluso nuestro estado de ánimo pueden intensificar o atenuar la percepción del dolor.

Pensemos en la diferencia entre un dolor agudo, como el que sentimos al golpearnos, y el dolor crónico, que persiste en el tiempo. Mientras que el dolor agudo suele ser una respuesta directa a una lesión, el dolor crónico a menudo se entrelaza con factores psicológicos. La preocupación constante, el miedo a que el dolor empeore o la frustración de no poder llevar una vida normal pueden perpetuar y amplificar la sensación dolorosa.

Afortunadamente, la psicología nos ofrece diversas herramientas para manejar el dolor de manera más efectiva. El tratamiento psicológico del dolor se centra en ayudar a los pacientes para mejorar su funcionamiento y su calidad de vida.  Algunas de las intervenciones psicológicas más comunes incluyen:

Terapia Cognitivo-Conductual (TCC): La TCC es un enfoque ampliamente utilizado que ayuda a los pacientes a identificar y cambiar los pensamientos, las emociones y los comportamientos negativos relacionados con el dolor.  Les enseña habilidades de afrontamiento, como la reestructuración cognitiva, la resolución de problemas, el manejo del tiempo, técnicas de relajación y el establecimiento de metas.

Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), sobre la que hice mi tesis doctoral en la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza: ACT se centra en ayudar a los pacientes a aceptar el dolor como parte de su experiencia y a comprometerse con acciones que sean consistentes con sus valores.  Promueve la flexibilidad psicológica y el enfoque en el presente. Para el dolor crónico se hace ver al paciente que supondrá como llevar una china en el zapato, de por vida, y que tendrá que acostumbrarse a ella si no quiere que el foco del dolor sea su única razón de ser.

Técnicas de relajación y manejo del estrés: Estas técnicas, como la respiración profunda, la relajación muscular progresiva y la meditación, pueden ayudar a reducir la tensión muscular, la ansiedad y la percepción del dolor. Al final te regalaré una relajación progresiva de nuestro amigo Schultz.

Biofeedback: El biofeedback utiliza sensores para proporcionar a los pacientes información en tiempo real sobre sus respuestas fisiológicas (como la tensión muscular, la frecuencia cardíaca) y les enseña a controlar estas respuestas.

Entrenamiento en habilidades de afrontamiento: Esto puede incluir el desarrollo de habilidades de comunicación, asertividad, resolución de problemas y manejo del tiempo.

Los grupos de apoyo, también llamados GAM -grupos de ayuda mútua- pueden proporcionar a los pacientes un espacio para compartir sus experiencias, aprender de otros y recibir apoyo emocional.

Mindfulness: La práctica de mindfulness puede ayudar a las personas a prestar atención al momento presente, incluyendo las sensaciones de dolor, sin juzgarlas ni tratar de evitarlas. Clave en la terapia de Aceptación y compromiso realizada, con los grupos de pacientes de fibromialgia que pasaron para el experimento de mi tesis doctoral por el centro de salud del Arrabal en Zaragoza.

El tratamiento psicológico del dolor es más efectivo cuando se combina con otros enfoques de tratamiento, como la medicación y la fisioterapia, dentro de un enfoque multidisciplinario.

Los psicólogos utilizan diversas herramientas y técnicas para evaluar el impacto psicológico del dolor, incluyendo:

Entrevistas: Para obtener información sobre la historia del dolor del paciente, su impacto en la vida diaria, sus creencias y expectativas sobre el dolor, y su estado emocional.

Cuestionarios: Para medir la intensidad del dolor, la discapacidad relacionada con el dolor, el estado de ánimo, la ansiedad, la depresión, las estrategias de afrontamiento y otros factores psicológicos relevantes.

Observación conductual: Para evaluar cómo el dolor afecta el comportamiento del paciente en diferentes situaciones.

En definitiva, el dolor es una experiencia compleja y multifactorial donde la mente y el cuerpo están intrínsecamente conectados. Comprender la influencia de nuestros pensamientos y emociones es un paso fundamental para manejar el dolor de manera más efectiva y recuperar ese bienestar perdido.

El tercer enfoque es el social, el dolor se considera una experiencia influenciada por factores sociales y culturales. Se centra en cómo estos factores pueden afectar la forma en que las personas experimentan y expresan el dolor, así como su acceso al tratamiento.

A este respecto, hace unos años me invitaron a participar con una ponencia, en un Congreso en Barcelona, para hablar sobre el dolor social del siglo XXI desde el enfoque psicológico de los estudios de tercera generación y comprobé algo evidente: como la pobreza, la discriminación, los conflictos, las crisis o la falta de acceso a la atención médica, también son temas recurrentes de queja por parte de los y las pacientes en las consultas médicas y psicológicas.

Y el último enfoque, que creo que es el adecuado, es el biopsicosocial, dónde el dolor se considera una interacción compleja entre los tres factores anteriores: biológicos, psicológicos y sociales. Reconoce que el dolor no es simplemente una experiencia física, sino que está influenciado por una variedad de factores interrelacionados y su tratamiento debe ser integral.

En cuanto al estudio del dolor, decir que ha evolucionado significativamente a lo largo de la historia. En las civilizaciones antiguas, se creía que el dolor era causado por espíritus malignos o demonios que invadían el cuerpo y se trataba con rituales, hierbas y procedimientos para expulsar a estos espíritus.

En Egipto y Mesopotamia se desarrollaron ungüentos para aliviar el dolor y se realizaron algunas intervenciones quirúrgicas tempranas.

Ya en la Grecia Clásica, Hipócrates y otros médicos comenzaron a observar el dolor desde una perspectiva más naturalista. Aristóteles consideraba el dolor como una experiencia emocional relacionada con el corazón.

En la Roma Antigua, Galeno realizó importantes contribuciones al estudio de la anatomía y la fisiología, incluyendo la comprensión del sistema nervioso y su papel en el dolor.

En la Edad Media la religión y la filosofía dominaron la comprensión del dolor.  Se creía que el dolor podía ser una forma de castigo divino o una prueba de fe. Se utilizaron también remedios a base de hierbas y oraciones.  

El Renacimiento trajo un resurgimiento del interés por la anatomía y la fisiología. René Descartes propuso la idea de que el dolor era transmitido por nervios específicos al cerebro.  El desarrollo de la microscopía permitió una mejor comprensión de la estructura del sistema nervioso.

En los siglos XIX y XX, el descubrimiento de la anestesia revolucionó el tratamiento del dolor durante la cirugía. Se desarrollaron medicamentos analgésicos más efectivos, como la morfina y la aspirina. La teoría de la compuerta de Melzack y Wall proporcionó un nuevo marco para comprender la fisiología del dolor. John Bonica impulso de manera importantísima el estudio del dolor crónico, y la creación de unidades de dolor.

En la actualidad, la investigación continúa avanzando en la comprensión de los mecanismos del dolor y el desarrollo de tratamientos más efectivos. El enfoque biopsicosocial gana fuerza, considerando los factores psicológicos y sociales que influyen en la experiencia del dolor.

En resumen, el estudio del dolor ha pasado de explicaciones sobrenaturales a una comprensión científica cada vez más sofisticada, lo que ha llevado a avances significativos en su tratamiento y manejo.

Seguro que has dicho alguna vez, o has escuchado, esta expresión: me duele el alma.

El término "dolor del alma" se usa a menudo para describir el sufrimiento emocional o psicológico profundo, sobre todo si es crónico.

Dolores crónicos de espalda, de cabeza o cuello; neuropáticos (dolor nervioso); artritis; o generalizados como la fibromialgia y otros, son tratados a veces desde las llamadas unidades del dolor.  Allí se centran principalmente en el tratamiento del dolor físico, reconociendo la estrecha relación entre el dolor físico y el malestar emocional.

Se sabe que el dolor crónico puede tener un impacto significativo en la salud mental, provocando depresión, ansiedad e irritabilidad. Por lo tanto, las unidades del dolor a menudo incluyen psicólogos y otros profesionales de la salud mental en su equipo para abordar los aspectos psicológicos del dolor y ayudar a los pacientes a sobrellevar el sufrimiento emocional. Además, los trabajadores sociales y los capellanes pueden ofrecer recursos y apoyo adicionales para abordar las necesidades básicas y espirituales de los pacientes.

Este ciclo entre el dolor físico y el malestar emocional puede ser muy debilitante. Por ejemplo, una persona con dolor crónico puede empezar a evitar actividades que antes disfrutaba por miedo a que el dolor empeore. Este aislamiento social y la sensación de pérdida de control pueden alimentar sentimientos de tristeza y desesperanza. Reconocer esta conexión mente-cuerpo es el primer paso para abordar el dolor de manera integral.

La atención también juega un papel crucial. Si estamos constantemente enfocados en el dolor, es más probable que lo percibamos con mayor intensidad. En cambio, cambiar el foco de atención puede ser una herramienta poderosa para reducir su impacto.

Además, nuestras expectativas y creencias son fundamentales. Si creemos firmemente que algo nos va a doler mucho, es más probable que así sea. Este fenómeno se conoce como el efecto nocebo, el opuesto al conocido efecto placebo.

Y, por supuesto, que nuestras experiencias pasadas con el dolor dejan una huella en nuestro sistema nervioso. Si hemos tenido experiencias dolorosas negativas, es posible que nuestro cuerpo reaccione de manera más intensa ante nuevas sensaciones. El catastrofismo, esa tendencia a pensar lo peor sobre nuestro dolor, y el miedo al movimiento, o kinesiofobia, también pueden exacerbar la experiencia dolorosa y dificultar la recuperación.

Uno de los problemas del dolor es la medición, al ser subjetivo.  No existe una medida objetiva y directa del dolor; en cambio, los profesionales de la salud y los investigadores se basan en diversas herramientas y técnicas para evaluar la experiencia del dolor de un individuo. Estas son algunas de las formas más comunes en que se mide el dolor:

Escalas de Calificación Numérica (ECN): Se pide a los pacientes que califiquen su dolor en una escala de 0 a 10, donde 0 representa "sin dolor" y 10 representa "el peor dolor posible".

Escalas Visuales Analógicas (EVA): Se presenta a los pacientes una línea de 10 cm, con "sin dolor" en un extremo y "el peor dolor posible" en el otro. Se les pide que marquen un punto en la línea que corresponda a su nivel de dolor.

Escalas de Descriptor Verbal (EDV): Se proporciona a los pacientes una lista de palabras que describen diferentes intensidades de dolor (por ejemplo, leve, moderado, intenso, insoportable) y se les pide que elijan la que mejor se adapte a su experiencia.

Cuestionarios multidimensionales: Estos cuestionarios, como el Cuestionario de Dolor de McGill, evalúan no solo la intensidad del dolor, sino también sus cualidades sensoriales (por ejemplo, punzante, sordo) y su impacto emocional.

Medidas de resultados informados por el paciente (PROM): Los PROM son herramientas estandarizadas que recopilan información directamente de los pacientes sobre su experiencia de salud, incluido el dolor. Estas medidas pueden evaluar la intensidad del dolor, la función física, el estado emocional y la calidad de vida.

La elección de la herramienta de medición del dolor depende de varios factores, incluyendo el tipo de dolor, el propósito de la evaluación y las características del paciente. Es común utilizar una combinación de diferentes medidas para obtener una comprensión más completa de la experiencia del dolor del individuo.

Medición del Dolor en Fibromialgia,un síndrome de dolor crónico que se caracteriza por dolor musculoesquelético generalizado, fatiga, trastornos del sueño y problemas cognitivos, puede ser particularmente desafiante debido a la naturaleza compleja y fluctuante de los síntomas.  Se utilizan algunas herramientas específicas para evaluar el dolor y otros síntomas asociados con la fibromialgia:

Índice de Dolor Generalizado (WPI): Mide el número de áreas del cuerpo donde el paciente ha experimentado dolor en la última semana. 18 puntos … Los criterios del ACR incluían la existencia de al menos 11 de 18 puntos sensibles (definidos como dolor moderado o intenso, a una presión menor o igual a 4 kg.) en presencia de un dolor generalizado de más de 3 meses de evolución y constituían la más sensible, específica y forma segura de diagnóstico del SFM, en ausencia de alteraciones radiológicas y analíticas.

Escala de Severidad de los Síntomas (SSS): Evalúa la gravedad de la fatiga, los problemas de sueño y los síntomas cognitivos.

Conjunto de Criterios de Diagnóstico de Fibromialgia: La combinación de WPI y SSS se utiliza a menudo para diagnosticar la fibromialgia y evaluar la gravedad de la enfermedad.

Cuestionario de Impacto de la Fibromialgia (FIQ): Evalúa el impacto del dolor y otros síntomas de la fibromialgia en la vida diaria del paciente, incluyendo la función física, el estado emocional y la calidad de vida.

Tampoco sabemos medir el dolor en los recién nacidos y es un viejo problema: hasta los 80 se les operaba sin anestesia:  Una revisión sistemática concluye que ninguna de las escalas disponibles para evaluar el dolor en neonatos es fiable para la práctica clínica, un problema que viene de lejos y se agrava con los prematuros, a los que se sigue intubando sin analgesia en muchos centros.

Los bebés se comportan de una manera cuando se sienten bien y de otra manera cuando sienten dolor. Cada bebé responde de manera diferente y no siempre reaccionará del mismo modo.

Para avisar que tienen dolor, los bebés usan una combinación de comportamientos. Estas señales se pueden observar aun cuando el bebé no siente dolor; sin embargo, por lo general, aparecen combinadas cuando sí lo siente.

  •     Llanto: puede que el bebé llore con fuerza. El llanto a menudo es más agudo y de mayor duración. Los bebés prematuros o muy enfermos y que no tienen energía, podrían mantenerse callados aunque estén incómodos.
  •     Gestos: algunos bebés fruncen el ceño (arrugan la frente), aprietan los ojos y, a veces, les tiembla la barbilla. Esto se observa incluso en algunos bebés conectados a un respirador.
  •     Tensión muscular: algunos bebés tensan los músculos, encogen los brazos y las piernas, o a veces estiran todo el cuerpo. A veces aprietan los puños o mantienen el cuerpo rígido. Los bebés que están muy enfermos podrían perder la tensión muscular y quedar con el cuerpo suelto.
  •     Irritabilidad: los bebés que tienen dolor a menudo están irritables, inquietos y es posible que no quieran comer y no puedan dormir.
  •     Movimiento: el grado de movimiento dependerá de la salud del bebé y el nivel de energía que tenga. Algunos bebés se retorcerán y doblarán vigorosamente los brazos y las piernas; mientras que los bebés más delicados se quedarán muy callados y sin moverse.
  •     Perturbación del sueño: Los bebés que tienen dolor tienden a estar más irritables y a dormir menos. Algunos bebés se retraen y parecen estar dormidos todo el tiempo.

Otro elemento importante a considerar es la somatización, que es un proceso psicológico por el cual malestares o conflictos emocionales se expresan a través de síntomas físicos. En otras palabras, la mente "habla" a través del cuerpo cuando las emociones no se gestionan o expresan de manera adecuada. Estos síntomas físicos son reales y pueden causar un malestar significativo, aunque no se encuentren causas médicas que los expliquen por completo.

La somatización puede presentarse con una amplia variedad de síntomas físicos, que varían de persona a persona. Algunos de los más comunes incluyen: diversos dolores, problemas gastrointestinales, fatiga, mareos, temblores, problemas de visión o audición, palpitaciones, problemas respiratorios o síntomas dermatológicos como erupciones cutáneas, y otros.

Es importante destacar que las personas que somatizan no están fingiendo sus síntomas. El dolor y el malestar que experimentan son genuinos, aunque su origen principal sea emocional.

¿Y es lo mismo umbral que tolerancia al dolor? Pues no:

El umbral del dolor es la intensidad mínima de un estímulo que una persona percibe como doloroso.

Los factores que pueden influir en el umbral del dolor: genéticos, psicológicos (estado de ánimo, estrés), sociales y culturales.

Y la tolerancia al dolor es la intensidad máxima o la duración del dolor que una persona puede soportar. Puede variar entre individuos y en la misma persona a lo largo del tiempo.     

¿Y qué relación hay entre las neuronas espejo y el dolor?

Las neuronas espejo son un tipo de neuronas que se activan tanto cuando realizamos una acción como cuando observamos a otra persona realizar la misma acción. Se cree que estas neuronas juegan un papel importante en la comprensión de las acciones, intenciones y emociones de los demás, lo que subyace a la empatía y la imitación

En relación con el dolor, las neuronas espejo podrían estar involucradas en la empatía por el dolor. Cuando vemos a alguien experimentar dolor, nuestras propias neuronas espejo se activan, lo que podría generar en nosotros una sensación vicaria o un entendimiento de su sufrimiento. Esta respuesta empática puede variar en intensidad entre individuos.

Por cierto, a propósito de los circuitos del cerebro involucrados en el dolor, el otro día leí un artículo muy interesante titulado:

PARACETAMOL CONTRA EL DESAMOR ¿PUEDE UN ANALGÉSICO COMÚN ALIVIAR EL DOLOR EMOCIONAL?

El autor destaca que el dolor emocional no es solo un sentimiento abstracto, sino una experiencia real que involucra a nuestro cuerpo del mismo modo que una herida física. Y que también se puede tratar con un analgésico, al igual que el dolor de cabeza, porque la ciencia ha demostrado que el dolor emocional y el dolor físico comparten en nuestro cerebro determinados circuitos del dolor. ¿Curioso no?

Otro factor protector es la resiliencia. La resiliencia puede mitigar el impacto negativo del dolor y promover la adaptación, pues se define como la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos.

¿Eres una persona resiliente?

  • ¿Regulas las emociones?: Mantienes la calma y el equilibrio emocional incluso ante el dolor intenso.
  • ¿Mantienes una perspectiva positiva?: Te centran en tus puntos fuertes y en las posibilidades, en lugar de insistir en las limitaciones del dolor.
  • ¿Buscas y utilizas el apoyo social?: Conectas con otras personas, compartes sus experiencias y aceptas la ayuda.
  • ¿Participas en estrategias activas de afrontamiento?: Tomas medidas proactivas para controlar el dolor, como seguir las recomendaciones médicas, hacer ejercicio suave o practicar técnicas de relajación.
  • ¿Encuentras un sentido de propósito a tu vida?: Participas en actividades significativas, como dedicarte a aficiones, ser voluntario o fijarte metas, para dar sentido a la vida más allá del dolor.

 

La resiliencia no es un rasgo fijo, sino una capacidad que puede cultivarse y fortalecerse.

Aquí te dejo algunas estrategias que te pueden ayudar a desarrollar tu resiliencia ante el dolor:

1. Construye conexiones: Fomenta relaciones sólidas y de apoyo con familiares, amigos u otros.

2 Practica la atención plena y la aceptación: Céntrate en el momento presente, acepta el dolor sin juzgarlo y deja de lado los pensamientos negativos.

3 Desarrolla habilidades de afrontamiento: Aprende técnicas de resolución de problemas, establece metas realistas y controlar el tiempo con eficacia.

4 Promover el autocuidado: Da prioridad al descanso, a la nutrición, el ejercicio y las actividades que te aporten alegría y relajación.

5 Y también, busca ayuda profesional: Un psicólogo o terapeuta puede proporcionarte orientación, apoyo y estrategias personalizadas para desarrollar la resiliencia y afrontar el dolor.

En conclusión, el dolor puede suponer un reto importante para tu resiliencia. Sin embargo, al fomentar la resiliencia, puedes aprender a adaptarte mejor al dolor, mantener tu bienestar y llevar una vida más significativa, plena y feliz…, la que realmente te mereces.