El mundo ha cambiado en las
últimas décadas de una forma impactante y en muchos aspectos: económico, social,
tecnológico..., y nuestro cerebro, la herramienta más potente del cuerpo
humano, necesita adaptarse a esa nueva realidad.
Los expertos utilizan los avances en tecnologías para desentrañar las conexiones y definir las funciones del cerebro. Nosotros trabajamos también con ordenadores y máquinas, asimilándolas como una “segunda piel”; miramos la televisión o escuchamos música, estamos pendientes de las redes sociales, mensajes de texto, correos electrónicos o alertas de noticias en los smartphones. La comunicación por tanto, es instantánea, tenemos un acceso inusitado a la información, somos capaces de simplificar muchas tareas que antes nos llevaban muchísimo esfuerzo y se nos abre todo un mundo de posibilidades para vivir más y mejor.
Pero, ¿cómo afectan las nuevas tecnologías al cerebro y a nuestros jóvenes?
El estudio del impacto de las nuevas tecnologías, especialmente en niños y adolescentes, es un desafío que las neurociencias están abordando. Sabemos que el cerebro sigue desarrollándose hasta la segunda década de vida. El lóbulo frontal, que contiene circuitos claves para habilidades cognitivas de alto orden como el juicio, el control ejecutivo y la regulación emocional, es de las últimas áreas en conformarse. Durante este período, el cerebro es sumamente adaptativo e influenciable por el ambiente.
Decimos entonces que la tecnología suele ser buena para los procesos cognitivos de los niños si se usa con equilibrio, pero que el problema es que el buen juicio y el autocontrol se encuentran entre las habilidades en desarrollo, por lo cual son los adultos quienes deben ejercerlo cuando estos usos se transforman en excesivos. Como padres, se hace necesario detenernos a pensar qué sucede con el estímulo de habilidades sociales como la empatía, la compasión y la inteligencia emocional en nuestros hijos (y en nosotros también) cuando la mayor parte de las interacciones se dan de manera virtual, en detrimento de la comunicación cara a cara.
Además, la obsesión por la tecnología es una realidad en este mundo moderno. Nos encontramos ante los llamados jóvenes ciborgs (Clarck, 2003), y ya comienzan a verse en consultas psicológicas los efectos de la adicción al móvil –nomofobia-, como son:
1. Aislamiento, problemas de comunicación y soledad.
2. Alteraciones del estado de ánimo y del sueño, con comportamiento compulsivo.
3. Problemas con el lenguaje, escriben rápido y mal.
4. Acrecienta los sentimientos de inseguridad y la sensibilidad a los juicios y valoraciones de los demás.
5. Puede llegar a ser fuente de fracaso escolar debido al absentismo escolar, a no respetar los horarios de estudio. Y en los casos más graves, se puede llegar a robar y a mentir, ya que la adicción es capaz de anular todo nuestro control como personas.
Y, ¿hasta qué punto nuestro cerebro está capacitado para sostener las tareas múltiples que las nuevas tecnologías promueven?
El cerebro es un dispositivo con capacidades limitadas y tiene dos cuellos de botella: uno es la atención (cuando tenemos dos fuentes de información suficientemente complejas, la eficiencia de una decae como consecuencia de la otra); y el otro es la “memoria de trabajo” (el espacio mental en que retenemos la información hasta hacer algo con ella), que tiene una capacidad finita en los seres humanos y es extremadamente susceptible a las interferencias. Cuando se intentan llevar a cabo dos tareas demandantes al mismo tiempo, la información se cruza y se producen muchos errores. Por tanto, tener muchas cosas para hacer y hacerlas una por vez (que es lo recomendable) no es lo mismo que intentar hacer varias cosas al mismo tiempo, porque la multitarea tiene un coste cognitivo. La mala administración de la atención no solo genera improductividad, ansiedad y estrés, sino que puede traer también riesgos letales, como tener accidentes, perder memoria, o alimentar los trastornos de déficit de atención, tan prevalentes hoy en día en la juventud.
Por todo ello, estimad@ lector@ nuestro cerebro está cambiando necesariamente y a marchas forzadas. Un desarrollo cognitivo equilibrado nos llevará a tener un pensamiento crítico, creativo y conceptual. Los humanos, tenemos la capacidad de usar bien la tecnología, como un medio para conseguir buenos fines, siempre desde la libertad; pues de lo contrario podemos convertirnos en reos de nuestro destino virtual, generándonos algún “derrame existencial”.
¡Elige,... tú decides!
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