sábado, 6 de enero de 2024

LA MEMORIA

La memoria no es una entidad unitaria y homogénea porque no hay un lugar concreto del cerebro donde se almacenen los recuerdos, sino que participan diversos sistemas con sus funciones concretas. 

Se trata de un proceso psicológico que nos permite codificar, almacenar y recuperar la información. A su vez es indispensansable para poder llevar una vida independiente, percibir, pensar aprender, expresar ideas o conformarnos una identifidad personal.

Y aunque a veces nos quejemos de lo mala que es nuestra memoria, en realidad es un proceso cognitivo realmente admirable porque cuando se pierde también perdemos la conciencia.

Somos lo que somos por la memoria, puesto que aprendemos y recordamos; aproximadamente un 50 % de cómo somos viene de fábrica y es genética, siendo el otro 50 % restante consecuencia de la socialización y del aprendizaje.

Últimamente se habla además de la importancia de la alimentación en nuestra conducta y salud.

Seguro que has escuchado la frase: somos los que comemos y podríamos añadir, también lo que recordamos. 

Es un hecho que la investigación neuropsicológica de la memoria es cada vez mayor. Los primeros estudiosos desde el punto de vista psicológico fueron de Ebbinghaus, Barlett y Miller. Este último autor publicó en 1956 el artículo, ya clásico, titulado “el mágico número siete, más o menos dos”, que luego detallaré. Otro hecho relevante es que a medida que vivimos más años nuestra memoria se vuelve más frágil y recordamos rellenando huecos de la memoria.

Sabemos que la memoria tiene fases, que son descritas por la teoría del procesamiento de la información. Pues todo sistema de almacenaje de información, biológico o artificial, necesita primero un nivel mínimo de atención, luego codificar o registrar la información, para después almacenarla, preferiblemente sin mucha pérdida u olvido, con el fin último de recuperar o acceder a esa información.

La primera fase de la memoria es atender, hecho que requiere alerta y activación. Supone concentrarse en el tiempo con atención sostenida, resistiendo a las interferencias siendo capaz de focalizar los recursos atencionales. 

La segunda fase de la memoria es la codificación o el registro. Este el proceso inicial por el que la información física se transforma en una representación mental almacenada para convertirlas en huella mnésica. Una codificación enriquecida lleva a una huella bien integrada que almacena la información en más de una dimensión, haciéndola así resistente al olvido. La profundidad implica la creación de relaciones semánticas ricas que permitan codificar el material a través de más dimensiones que las que proporciona la codificación fonológica o visual.

La tercera fase de la memoria es el almacenamiento, o  el mantenimiento de la información para poder acceder a ella cuando se requiera. Necesita consolidarse, siendo este proceso variable, pudiendo durar hasta meses o años. Es en nuestro hipocampo dónde presuntamente se integra con los registros perceptivos y semánticos pertinentes.

La cuarta fase es la evocación. Tulving, psicólogo y neurocientífico, es uno de los referentes básicos en el estudio de la evocación de la memoria. La evocación es el proceso consciente de acceso a la información almacenada. Por cierto, un posible fallo de recuperación no implica necesariamente que haya desaparecido la huella mnésica.


Si ahondamos en los tipos de memoria nos encontramos con las siguientes:

1. Memoria a corto plazo. Tiene mucho tránsito y muchos residuos, incluye la memoria sensorial y la de trabajo. La memoria  sensorial está conectada a los cinco sentidos y su tarea consiste en seleccionar la información para pasarla a la memoria de trabajo. Lo hace muy rápidamente porque con un cuarto de segundo nos basta para decidir. Aquello que nos parece inútil lo eliminamos y lo interesante se guarda, siendo la duración del almacenaje muy variable, a veces son 30 ó 40 segundos. El ejemplo típico  es cuando vamos casa de unos amigos y nos proporcionan el código del interfono para entrar: “Estoy aquí abajo, no puedo entrar ¿cuál es el código? 25B45 ¡Perfecto! y lo tecleamos rápidamente para acceder  porque cuando entramos al ascensor, casi con toda seguridad ya se nos ha olvidado y hemos pasado a otra cosa. La memoria lo ha conservado mientras lo ha necesitado y seguro que nos tocará preguntarlo la próxima vez que vayamos, a no ser que le demos forma para recordarlo a futuro y lo asociemos a algo por algún motivo, por ejemplo 25 años tenía cuando conocí a mi mujer Belén y ahora tengo 45. ¡Aunque todo esto sería ya mucha casualidad!

Esta memoria a corto plazo es una memoria temporal, con límites: soporta no más de nueve unidades de información a la vez, por ejemplo un número de teléfono, aunque algunas personas lo tienen limitado a cinco, siendo la media de siete. El siete es un número que los psicólogos llamamos mágico por la Ley de Muller, autor del que te hablé antes.  Como curiosidad decirte que el siete, era considerado el número perfecto para Pitágoras o Dante Alighieri y porque se compone de 4 (los puntos cardinales de la tierra) y de 3 (símbolo de la perfección en término bíblicos). Por tanto, no pretendas quedarte con mucha más información a corto plazo porque nuestro cerebro no está preparado para ello.

2. Memoria a largo plazo se pone en marcha cuando la memoria de trabajo hace su selección y opta por almacenar la información más tiempo. A su vez, esta memoria a largo plazo se divide, como ya he indicado, en otros cuatro tipos de memorias: procedimental, episódica, semántica y perceptiva.

2.1.Memoria procedimental es la que nos permite actuar sin pensar demasiado, por ejemplo cuando encendemos la luz de nuestro salón accionando el interruptor como gesto automático. O nos permite realizar gestos  adquiridos y ejecutados en multitud de ocasiones: pedalear cuando vamos en bici,  pisar el embrague para cambiar la marcha en el coche y acelerar, sin tener que mirar dónde ponemos los pies o las manos.

2.2.Memoria episódica es más sofisticada pues ancla los acontecimientos que forjan nuestra identidad  y hace posible que recordemos lo que hacíamos ese día en ese lugar concreto, siendo fundamental la carga emotiva vivida. Seguro que te acuerdas dónde estabas el día de los atentados de las Torres Gemelas (11 de septiembre de 2001) o incluso lo que hacías. Son momentos autobiográficos porque lo sucedido nos ha marcado.

2.3.Memoria semántica tiene que estar a tope en el período escolar para recopilar datos e información de todas las asignaturas y explicaciones del profesorado, porque es el conocimiento del lenguaje y del mundo. Almacena todos los datos que componen nuestra cultura general. Sabemos de inmediato cuál es la capital de Francia o quién conquistó América y en qué año; incluso podemos recitar algún verso de un poema que aprendimos en la infancia. En definitiva, albergamos palabras y conceptos, que repetidos muchas veces se quedan grabados.

2.4.Memoria sensorial, está conectada a nuestros sentidos, colecciona información relacionada con rostros, sonidos, términos, olores, objetos, formas, texturas y se encarga de atribuir significados a situaciones tirando de su base de datos y es la memoria de la interpretación.

En cuanto a la capacidad de memoria, hay personas que tienen memorias prodigiosas, de elefante, y que lo graban todo. Algunas de ellas pueden tener el síndrome de Asperger o ser autistas, aunque no todas. Los campeones de memoria utilizan estrategias, asociando el entorno en el que tiene lugar el proceso de memorización respetando dos reglas de oro: apelar al espíritu infantil y utilizar los cinco sentidos.

Cuentan de los elefantes, esos grandes paquidermos, que están acostumbrados a recorrer muchos kilómetros cada año y que recuerdan con precisión dónde hay agua, frutas o verduras en su trayecto. No olvidan nunca a un descendiente, son capaces de reconocer su esqueleto incluso aunque no lo hayan visto en años.

Por cierto, nuestra memoria se plantea siempre en relación a la información, la siguiente cuestión: ¿me lo guardo o lo tiro?, tomando la decisión de forma permanente sin que lo sepamos. Y trabaja por placer al centrarnos en lo que nos interesa.

Sabemos además, que los recuerdos se reactivan durante el sueño y también se consolidan. Y se ha comprobado con diferentes estudios científicos que el ejercicio físico es bueno para la memoria a largo plazo, porque cuando nos movemos liberamos dopamina y noradrenalina, dos hormonas que ayudan a la memoria. Por tanto la idea o propósito de antes, de ir al gimnasio no estaba nada mal pensada.

En cuanto a la edad, es obvio que de jóvenes nos funciona mejor. Desde los 15 a los 30 años la memoria está a pleno rendimiento. Hacia los 50 la memoria comienza a envejecer y se acelera a partir de los 75, aunque esto no quiere decir que sea inoperante, pues resistirá si se entrena a diario.

Existe una conexión muy importante entre memoria, olvido y dolor. Viene establecida al enfrentarnos a tensiones internas o traumas, pues para conservar la integridad tendemos a la amnesia psicógena, o a la represión del recuerdo de forma consciente o inconsciente. La memoria, decía Freud el padre del psicoanálisis, se construye un caparazón de protección siendo la represión y el olvido su anticuerpo contra el dolor.

Una frase que me gusta mucho es esta de William James que decía: “si lo recordáramos todo estaríamos tan enfermos como si no recordamos nada”. Es decir, que el olvido es tan importante como la memoria. Y conocemos que el olvido tiene muchas causas: lesión o degeneración cerebral, represión inconsciente, interferencia entre aprendizajes, falta de procesamiento, contexto inadecuado y supervivencia.

En cuanto a las alteraciones de la memoria, la amnesia es la pérdida total o parcial de la misma. Oliver Sacks famoso neurólogo escribió un libro muy recomendable: “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”. Allí describe, entre otros, el caso de un paciente con amnesia, provocada por el alcoholismo, que vive un delirio creando un mundo y un yo para sustituir a los que está olvidando.

Las amnesias pueden llevar a la incapacidad de recordar el pasado o de adquirir nueva información y suelen deberse a lesiones cerebrales. También te puedes quedar en blanco en un examen por los nervios y a eso se le llama amnesia funcional. La demencia senil que afecta ya a un 15 % de mayores de 65 años, es un declive originado por la edad y por un trastorno del cerebro. Las hipermnesias  suelen presentarlas los autistas y es una exageración de la facultad de la memoria y la paramnesia es la elaboración de falsos recuerdos, de los llamados mentirosos patológicos.

Una de las enfermedades de la memoria que más amenaza a partir de los 65 años estaréis conmigo que es el Alzheimer. Alzheimer fue un médico alemán que descubrió esta enfermedad incurable a día de hoy y que le dio su nombre al final del siglo XIX y principios del XX. Afecta más a las mujeres, porque viven más y por cuestiones hormonales, aunque la genética, el entorno y la forma de vida, también tienen mucho que ver. Según datos de la Fundación Pascual Maragall, 46 millones de personas en el mundo sufren Alzheimer u otros tipos de demencia; de ellas, 8 millones se encuentran en Europa y 800.000 en España. Las personas que la sufren suelen comenzar con olvidos recurrentes de acontecimientos recientes, preguntando varias veces lo mismo, quedando los hechos más antiguos anclados en la memoria de su universo afectivo. Las dificultades de lenguaje también aparecen, así como la alteración del entendimiento, los cambios de humor y los problemas de orientación espaciotemporal.

Y aquí van unos consejos en forma de decálogo, para que ejercites y entrenes tu memoria para consolidar una mente infinita y maravillosa:

1.-Medita: dedica unos instantes cada día a concentrarte en la respiración, aceptando conscientemente el momento presente, manejando los pensamientos y las emociones. Te servirá de relajación  al poner en marcha tu sistema nervioso parasimpático y  reforzarás las capacidades de la memoria al entrenar la concentración.

2.-Escribe: Hazte con un boli y un cuaderno y escribe a mano, deja por un rato las pantallas y las grabadoras, estimularás las zonas del cerebro en las que interviene la memoria, la reflexión y el lenguaje. Organízate, toma notas, subraya lo más importante, vuélvelo a leer poco tiempo después y si es necesario incorpora esquemas o elementos visuales. Las imágenes te ayudarán a anclar mejor los conceptos y las ideas en la memoria, estimulando el hipocampo.

3.-Ríe, sigue riendo, al mal tiempo buena cara; porque cuando te ríes ya sabes que tu cerebro libera endorfinas, hormonas de la felicidad que también favorecen la concentración y refuerzan la consolidación de la información.

4.-Desestrésate, para que el cortisol, la hormona desencadenada por el organismo ante situaciones adversas y que ejerce un papel destructor sobre las capacidades del aprendizaje no se te lleve. Puedes hacer todos los días un poco de deporte, aunque solo sea salir a pasear y eso además te ayudará a dormir mejor. Ah, y recuerda cuidar la alimentación y el consumo de alcohol.

5.-Repite para recordar. Cuanto más repitas mejor se anclará en la memoria a largo plazo lo que repitas. Y si no piensa en alguna de las canciones que has cantado hasta la saciedad ¿por qué crees que te sale tan fácil su recuerdo sin mirar la chuleta  o la letra del karaoke?

6.-Sigue aprendiendo cosas pues el saber no tiene edad. No cedas a la pereza intelectual y mantén las relaciones sociales porque al recibir estos estímulos la corteza cerebral se espesa y las neuronas refuerzan las zonas de contacto, creando nuevos circuitos de transmisión y beneficiando así a la memoria.

7.-Debate, habla, intercambia argumentos, desarrolla ideas,… todo esto es una magnífica gimnasia mental. Incluso puedes activar tu memoria auditiva sin necesidad de hablar con nadie más que contigo mismo/a. Por ejemplo cuando aparcas el coche te puedes decir; estoy en la calle tal y tal número. La sonoridad activará tu memoria ecoica o auditiva y reforzará a la icónica o visual.

8.-Asocia las cosas o los nombres. Cuentan que Roosevelt, presidente americano cuando le presentaban a alguien y le decían su nombre, se tomaba su tiempo para visualizarlo con todas sus letras sobre la frente de la persona que le presentaban y entonces su cerebro se encargaba de asociar nombre y rostro.

9.-Juega, haz sudokus, naipes, scrabble, crucigramas o ajedrez, aunque pierdas. Todos los juegos estimulan la memoria y cuanto más se practican más información se mueve por las conexiones neuronales.

10.-Utiliza reglas nemotécnicas, apelando como los campeones de memoria, a ese espíritu infantil y a los cinco sentidos conscientes.   

El gran sabio Confucio decía: “tenemos dos vidas y la segunda comienza cuando nos damos cuenta de que sólo tenemos una”. Pues bien, te invito a ser consciente en este año recién inaugurado del tesoro que es tener salud y de poseer un órgano capaz de hacer que fructifique, que es nuestro cerebro. El cerebro vive su vida pero rige la tuya, es un concentrado de imágenes, olores, sonidos, recuerdos y emociones. Por eso, con pequeños ajustes en alimentación, hábitos saludables y trabajo de memoria, susurramos al cerebro que si está bien cuidado no se cansará jamás.


Puedes escucharlo también pinchando este enlace: 

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