miércoles, 24 de enero de 2024

LA PERSONALIDAD

Seguro que has escuchado alguna vez esta frase de una persona refiriéndose a otra: “es que tiene una gran personalidad” o lo contrario “si es que… no tiene personalidad”,

Entonces, ¿qué es realmente la personalidad?

Pues bien, habitualmente confundimos la personalidad con la fuerza o debilidad de imponer una idea o creencia frente a las opiniones de los demás, y no es así.

Si nos atenemos al término, personalidad, éste proviene del vocablo latino «persona», derivado a su vez del griego prosopon, que significa «máscara».

Para Cicerón,  en la Roma del siglo I, «persona» tenía cuatro sentidos diferentes: la imagen que ofrecía una persona ante los demás; el papel que el comediante tenía en una obra y que representaba en la vida; la interacción de las cualidades del individuo; y sinónimo de prestigio y dignidad, que seguramente es la acepción que predomina en la actualidad.  

Los psicólogos, estudiosos de este campo, consideran que la personalidad es la estructuración de los pensamientos, de las emociones y de las conductas, que conforman a cada individuo. Es un patrón de comportamiento relativamente estable que nos caracteriza a lo largo del tiempo y a través de distintas situaciones, aunque se desarrolla a lo largo de la vida.

Y como la estructura del ser humano es diversa, la personalidad que poseemos cada uno nos hace distintos a  los demás.

Son los procesos psicológicos (las emociones, los pensamientos y las conductas) los que originan la personalidad de cada uno y de cada una, y no al revés. O sea, que tú eres así, y eres único/a, y además como dice Serrat en una bella canción: y bajas las escaleras como quieres.

Vivimos condicionados y programados desde el nacimiento. De hecho, los genes, la realidad social y cultural, y la educación recibida, nos van a influir de una forma determinante en la configuración de nuestra personalidad.  

Una de las discusiones más antiguas de la historia de la psicología es el debate entre naturaleza y crianza (nature versus nurture), o dicho de otra manera ¿nacemos o nos hacemos?

Sabemos que la codificación genética de cada célula humana determina diferentes rasgos: color de ojos, pelo, orejas, estatura y otras muchas características. Y también conocemos, porque se han estudiado a mellizos y gemelos criados por separado, que estos muestran comportamientos muy parecidos.

A su vez, está demostrado que en la crianza, los factores ambientales constituyen un elemento esencial de nuestro comportamiento.

Pues bien, solo nos quedaría establecer qué porcentaje tenemos de genética y cuánto de ambiente o crianza en el sumatorio de nuestra personalidad.

¿Cuánto crees tú, cuál es tu apuesta: ¿50 %-50%; 60%-40%...?

Estas proporciones depende de autores y de estudios, pero por ahí van los tiros,… más o menos. Otra forma más práctica de verlo sería la siguiente: nacemos con unos rasgos y las condiciones de nuestra vida nos van modulando

Frecuentemente en lo cotidiano confundimos personalidad, temperamento y carácter. Tomamos estos términos como sinónimos y no lo son. De hecho, la personalidad es la conjunción del temperamento y del carácter en una única estructura y consiste en un conjunto de características psicológicas que expresamos en todos nuestros actos.

Ya dijo D. José Ortega y Gasset aquello de: Yo soy yo y mis circunstancias.  

Si nos ponemos rigurosos y metódicos, el temperamento tiene que ver con nuestra herencia biológica. Representa la influencia de la naturaleza física codificada y es difícil de cambiar o modificar. Por tanto, no te empeñes demasiado en cambiar el temperamento porque será tarea harto complicada, aunque te digan el piropo: ¡si es que tiene un temperamento de aúpa…!

Una de las primeras personalidades históricas en desarrollar una teoría del temperamento  fue el médico griego Hipócrates.

Alrededor de los siglos IV y V a. C., en la Grecia de Hipócrates, tenía mucha importancia la creencia de que todo lo que existe en el mundo estaba compuesto por unos pocos elementos combinados entre sí.

E Hipócrates, considerado el padre de la medicina, de ahí el juramento hipocrático de los médicos, adoptó este punto de vista al defender la idea de que el cuerpo humano estaba formado por 4 sustancias básicas, también llamadas humores: sangre, bilis negra, bilis amarilla y flema, que se alteraban en caso de enfermedad y que daban lugar a 4 temperamentos: temperamento sanguíneo, flemático,  melancólico y colérico.

Hagamos un pequeño juego imaginativo. Piensa que estamos  en el siglo II a. C y que nos recibe en su consulta el famoso médico de la escuela de gladiadores D. Galeno de Pérgamo pues queremos saber qué temperamento tenemos, y él nos da  estas pistas:

¿Eres alegre, optimista y buscas la compañía de los demás, aunque cambias de parecer con facilidad?,… pues eres más bien aire y tu temperamento es sanguíneo.

¿Eres sensible, creativo, introvertido, abnegado, perfeccionista, aunque tu humor varía con facilidad y eres propenso a la tristeza?,…eres más bien tierra y tu temperamento es melancólico.

¿Eres de voluntad fuerte, independiente y de sentimientos impulsivos?,… eres más bien fuego y tu temperamento es colérico

¿Eres sereno, tranquilo, perseverante y racional, aunque te demoras en tomar decisiones, eres apático/a y a veces tienes sangre fría?,… en definitiva eres más bien agua y tu temperamento es flemático/a.

¿Con qué temperamento predominante hubieras salido definido/a de la consulta de Galeno?, ¿hubieras pagado al consultor por las pistas proporcionadas?

Volvamos al tiempo real para centrarnos en el otro elemento clave de la personalidad que es el carácter.

El carácter, es el conjunto de reacciones y hábitos de comportamiento que vamos adquiriendo durante la vida. Es nuestro estilo de comportamiento y supone un cierto grado de conformidad con las normas sociales.

El entorno físico y social del lugar en que vivimos, las personas con las que nos relacionamos, la cultura imperante en cada momento, son factores que pesan mucho en nosotros y nos condicionan, pues el contexto determina nuestras reacciones y el contexto inhibe nuestras conductas.

Las investigaciones sobre la personalidad intentan responder a tres cuestiones fundamentales: ¿qué características nos definen a las personas y cómo nos organizamos?,  ¿cómo interactúan los factores genéticos, nuestro ADN, con el ambiente?, ¿por qué cada persona se comporta de forma diferente en una situación, y cómo se explican los cambios de conducta y las causas de la conducta anómala? 

Se han elaborado  diferentes teorías de la personalidad. Todas ellas son posicionamientos filosóficos curiosos y podemos destacar estas como más sobresalientes:

Sheldon propone la personalidad según la estructura corporal: si eres redondo o endomorfo, seguramente te gusta comer y ser aprobado por los demás;  si eres atlético o mesomorfo, estás seguro de tí mismo y te gusta el riesgo; y si eres flaco y  alargado, eres ectomorfo, un poco tímido y con inquietudes intelectuales.

Otra teoría es la psicodinámica o psicoanalítica de Freud que concede gran importancia a los conflictos internos, a las pulsiones y al inconsciente.

También podemos destacar la teoría de los rasgos de Eysenck, que se basa en los comportamientos habituales, específicos y que incluyen rasgos primarios y macrorrasgos. Este autor es uno de los que más ha investigado la personalidad y establece dimensiones, que no categorías, es decir que las personas puntuamos más o menos en estas tipologías: extraversión-introversión; estabilidad emocional-inestabilidad; psicoticismo, conductas antisociales o excéntricas.

Recientemente se han considerado insuficientes esos factores para definir la personalidad y se plantean cinco dimensiones básicas: amabilidad; extroversión, neuroticismo; responsabilidad y apertura a la experiencia.

Otras escuelas como las humanistas consideran la imagen de uno mismo como un factor central en el comportamiento y la adaptación personal. El humanista Rogers escribió un libro muy recomendable “El proceso de convertirse en persona” dónde destaca que la diferencia entre una persona sana y otra desadaptada radica en la congruencia o incongruencia entre el yo y la experiencia, o dicho de otra manera, lo que somos en realidad es diferente del ideal o de aquello que nos gustaría ser.

Ichazo y Claudio Naranjo han desarrollado otra teoría llamada Eneagrama que viene a ser como un mapa de nuestro territorio emocional que podemos utilizar a modo de orientación y referencia para conocer nuestras limitaciones y potencialidades.

Eneagrama significa en griego «nueve líneas» y describe, a grandes rasgos, nueve tipos de personalidad, las siguientes:

1: quiere ser perfecto.

2: necesita amor.

3: necesita valoración

4: necesita atención

5: teme expresar sentimientos.

6: teme tomar decisiones

7: teme sufrir.

8: quiere tener el control

9: quiere evitar el conflicto

Este esqueleto psicológico también determina qué nos mueve a ser cómo somos y a hacer lo que hacemos; cuáles son nuestros principales rasgos de carácter, incluyendo nuestros defectos y cualidades; qué deseamos y de qué tenemos miedo; e incluso cuál es la piedra emocional con la que tropezamos una y otra vez a lo largo de nuestra vida.

Conocemos que la personalidad humana es vulnerable y a veces surgen trastornos de identidad y de funcionamiento interpersonal. Según estadísticas recientes, un 10% de la población general y hasta la mitad de los pacientes psiquiátricos en las unidades hospitalarias y clínicas tienen un trastorno de la personalidad, siendo el grado de heredabilidad  alrededor del 50%

Un trastorno de personalidad es un patrón a largo plazo de pensamiento, comportamiento y emoción, muy rígido, disfuncional, extremista y tiene diferentes causas. Esta forma de pensar, comportarse y sentir provoca que la persona tenga dificultades en su vida cotidiana para establecer y mantener relaciones sociales sanas o mantener un trabajo.

El DSM-5, que es el manual de diagnóstico que utilizamos psicólogos y psiquiatras, agrupa los 10 tipos de trastornos de la personalidad, en 3 grupos (A, B, y C):

El grupo A, se caracteriza por parecer raro o excéntrico e incluye los siguientes trastornos: 

Paranoide: desconfianza y sospecha, suelen pensar que los demás intentan humillarlas, dañarlas.

Esquizoide: demuestran falta de interés en los demás, se encuentran mejor solos.

Esquizotípico: ideas y comportamientos inusuales y excéntricos, puntos de vista distorsionados de la realidad y supersticiones.   

La categoría B, se caracteriza por apariencia dramática, emocional o errática e incluye los siguientes:

Antisocial: baja tolerancia a la frustración, desprecio por los demás, engaño y manipulación para su beneficio personal.

Límite: vacío interior, relaciones inestables y desregulación emocional; se autolesionan y tienen miedo al abandono.

Histriónico: autoimagen distorsionada, búsqueda de atención y excesiva emocionalidad

Narcisista: auto-grandiosidad, necesidad de admiración constante y falta de empatía

La categoría C se caracteriza por la aparición de ansiedad o miedo, e incluye los siguientes:

De evitación: sentimiento de inferioridad, evita el contacto interpersonal debido a la sensibilidad al rechazo.

Dependiente: sumisión y necesidad constante de ser atendidos.

Obsesivo-compulsivo: perfeccionismo, rigidez y obstinación, necesitan tener todo bajo control.

En consulta, los psicólogos utilizamos varias herramientas para evaluar la personalidad, entre ellas: observación directa, entrevista clínica y diferentes cuestionarios o test. Estas pruebas nos dan pistas para encuadrar el diagnóstico y realizar psicoterapia individual o grupal, si es necesario, con el objetivo de reducir el malestar de quién sufre un trastorno de la personalidad, ayudarle a entender el problema y reducir las conductas inadaptadas



Como conclusión decirte que tu forma de ser, eres tú. 

Podemos modificar nuestro carácter o adaptarlo, si el entorno nos acompaña, pero si tenemos un rasgo concreto como ser introvertidos gozaremos más siendo bibliotecarios que comerciales. O si somos jóvenes y estamos en la adolescencia pues será normal que estemos emocionalmente inestables.

Y no hay personalidades mejores ni peores. Tendremos que vivir conforme a ella pues se construye, como ya sabes, desde la biología, las experiencias, la cultura, la sociedad y sus valores.


Puedes escucharlo también pinchando este enlace: 

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