¿Cuándo ha sido la última vez en la que te has reído tanto hasta el punto de sentir que te faltaba el aliento? ¿Fue gracias a una película, un meme, una situación cómica de la vida cotidiana o simplemente un chiste?
Si se trató de una gran carcajada pusiste en acción unos 400 músculos, desde los abdominales hasta los faciales. Y esta emoción positiva de la risa, te proporcionó innumerables beneficios sobre tu organismo; el más importante fue la liberación de endorfinas, produciendo un efecto calmante, antidolorífico, euforizante e inmunoestimulante.
El efecto de la risa es registrado en nuestro cerebro gracias a la vista y el oído. Se conocen dos estructuras del sistema límbico implicadas en la producción de la risa: la amígdala y el hipocampo.
Desde el tálamo de los núcleos lenticulares y caudados del cerebro sale el impulso de la risa que llega a los nervios faciales, quienes a su vez estimulan los músculos risorio y cigomático.
Cuanto más fuerte es el impulso, más lejos llega, alcanzando el diafragma y los músculos del abdomen. Al acabarse la risa, empieza un estado de relajación placentero y benéfico, en el cual cambia también la composición de la sangre, es decir, la energía bioquímica concentrada que nos impregna. Por tanto, te aconsejo que sigas riendo pues los beneficios que posee la risa en nuestro organismo son innumerables.
La risa, como expresión humana universal, ha sido objeto de estudio por filósofos, psicólogos y científicos a lo largo de la historia. Estos pensadores han explorado los orígenes, las funciones y los significados de la risa, ofreciendo diversas perspectivas sobre este fenómeno tan complejo y fascinante.
La risa interesaba y causaba curiosidad a los filósofos griegos, como Platón que decía que sin lo cómico ni siquiera se logran entender los temas serios, dado que ninguna cosa se aprende sin su contrario.
O el mismo Aristóteles que sostenía “lo inofensivo de lo ridículo”, considerando que reír era una sacudida, un impulso útil y agradable del ánimo, el cual, lejos de verse dañado, se mejoraba y aliviaba. Decía el sabio, que no solo al reír se produce una agradable disposición interior del ánimo, sino que ello crea bondad hacia quien nos rodea, por esto quien ríe desea rápidamente comunicarlo a sus semejantes convirtiéndolo en una fuerza íntimamente social, de cohesión y equilibrio entre las personas.
Hipócrates y Galeno, atribuían a la risa su potencial de mejorar o empeorar el curso de la enfermedad, y por ende, la salud; de hecho, creían que el humor melancólico llegaba a impregnar la sangre de sustancias venenosas y que, por lo contrario, al reír se producían sustancias benéficas.
Thomas Hobbes, propuso que la risa surge de la comparación de nosotros mismos con otros, y que nos reímos de las desgracias ajenas para sentirnos superiores.
Para Kant, la risa es una respuesta a lo inesperado y a lo incongruente. Y fue Henri Bergson, premio nobel y filósofo francés, quién escribió un libro completo sobre la risa, titulado precisamente: La risa, publicado por primera vez en 1900. Bergson establece los tres rasgos que definen el sentido cómico de la vida: la humanidad, la indiferencia y lo que él llama “el eco grupal”. Sostiene que la risa surge de la percepción de la rigidez mecánica en un ser humano y que nada de lo que el mundo se presenta por sí mismo tiene por qué inducir a la carcajada. Es por ello que el humor no deja de ser una de las cualidades que nos hacen ser humanos, ya que nada por sí tiene gracia, se la damos nosotros. Además, Bergson añadía, que muchos de los chistes o memes que nos hacen gracia tienen su origen en cómo atribuimos esta serie de cualidades humanas a los animales; que la risa es un verdadero desintoxicante moral capaz de curar o por lo menos atenuar la mayoría de nuestros males y que no hay ningún peligro si se supera la dosis.
Schopenhauer, filósofo alemán, veía la risa como una expresión de la alegría que experimentamos al ver cómo otros se equivocan o sufren.
Y en cuanto a los psicólogos: Freud, el padre del psicoanálisis, relacionó la risa con mecanismos de defensa y con la liberación de tensiones inconscientes. Y el estadounidense William James, uno de los padres de la psicología, enfatizó la importancia de la risa como una expresión de emociones positivas y como un mecanismo para fortalecer los lazos sociales.
Robert Provine, neurobiólogo del comportamiento de la Universidad de Maryland, sostiene que la risa es un «balbuceo lúdico, instintivo, contagioso, estereotipado y de control inconsciente —o involuntario— que raramente se produce en soledad.
Y para cerrar este capítulo de autores, citaré a Pablo Neruda, el gran poeta chileno, que decía que la risa es el lenguaje del alma.
¿Qué es la risa?
La risa, es una ventana al alma, esa expresión universal que nos acompaña desde la infancia, y encierra una complejidad fascinante desde el punto de vista psicológico. A simple vista, puede parecer una reacción espontánea ante un chiste o una situación divertida, pero en realidad, es un fenómeno mucho más profundo que involucra múltiples aspectos de nuestra mente y cuerpo.Sabemos que la risa es una respuesta biológica producida por el organismo como respuesta a determinados estímulos que tiene un origen evolutivo y genético.
Constituye una forma de comunicación innata heredada de los primates e íntimamente relacionada con el lenguaje. La sonrisa es una expresión de significado universal. Eso significa que en las tribus más recónditas de África entenderían nuestra sonrisa igual que nosotros, como un gesto pacífico que pretende mostrar alegría.
Suele aparecer, de forma más o menos simulada, como complemento emocional de los mensajes verbales, así como en situaciones de estrés o en conductas de tipo lúdico como las cosquillas.
De entre las señales emocionales, la sonrisa es la más contagiosa de todas, y el hecho de sonreír alienta los sentimientos positivos. Al igual que la risa propiamente dicha, la sonrisa es innata y los niños sordos y los ciegos también sonríen.
Son muchos los estudios que corroboran que el humor es un signo de inteligencia, un síntoma de buena salud y de equilibrio emocional. Las personas con sentido del humor tienen otra manera de enfrentarse a la vida: son más creativas, ríen con mayor frecuencia, liberan con más facilidad sus tensiones, son mejor aceptadas socialmente y desarrollan relaciones más sólidas. Disfrutan de lo que hacen y encuentran más placeres a la vida diaria.
Cuando eramos pequeños nos dedicábamos a disfrutar de todo lo que nos rodeaba sin preocupaciones pasadas o futuras. Los niños están en conexión directa con el presente, con el “aquí y el ahora”, por eso son capaces de reír más de 300 veces al día. Como adultos, vamos adoptando obligaciones y normas. Las inquietudes van haciendo de nosotros personas maduras que dejan de reír constantemente.
Resulta curioso, y es algo que puedes comprobar por ti mismo, que la risa es incompatible con la preocupación. Cuando nos echamos unas buenas risas nuestra mente es incapaz de pensar en nada más. Reírse es, por tanto, una medicina natural contra las preocupaciones. Todos estos beneficios, psicológicos, físicos, personales y sociales, son los que están haciendo que la risa sea cada vez más utilizada como herramienta terapéutica. Muchos profesionales de la salud nos hemos hecho fans incurables de esta medicina natural al descubrir el potencial que tiene la risa tanto en el desarrollo de actitudes positivas para la vida como en el mantenimiento y la mejora de la calidad de vida.
¿Cómo se utiliza el humor en terapia?
El terapeuta puede utilizar el humor de diversas maneras: contando historias divertidas o anécdotas relacionadas con el tema que se está tratando puede ayudar a los pacientes a relajarse y a abrirse.Con el uso de un lenguaje coloquial, de metáforas y de juegos de palabras puede hacer que las sesiones sean más interesantes y entretenidas.
El terapeuta puede señalar aspectos humorísticos de la situación del paciente, siempre con respeto y cuidado. Con la auto-revelación: Compartir experiencias personales de manera humorística puede ayudar a los pacientes a sentirse más conectados con el terapeuta.
Es importante destacar que el humor en terapia no es una herramienta universal. Debe ser utilizado de manera adecuada y ética, teniendo en cuenta las características individuales de cada paciente y la naturaleza de los problemas que presenta.
La base científica en la cual se apoyan las terapias holísticas es la psico-neuro-endocrino-inmunología (PNEI), la ciencia que se encarga de las relaciones entre el funcionamiento del sistema nervioso. La PNEI nació en los años treinta, gracias a los estudios sobre el estrés realizados por el Doctor Hans Selye, y hoy también se ha desarrollado por las contribuciones que aportan las neurociencias. Fue demostrado que las emociones, positivas y negativas, desempeñan un papel fundamental en la vida de una persona, precisamente porque si son negativas, como el estrés y la depresión, pueden llegar a provocar una enfermedad o empeorarla si ya existe. De hecho, la alteración del nivel de estrés debido a las emociones, traumas y eventos estresantes en general influye de modo directo al funcionamiento del sistema inmunitario. Lo mismo podemos afirmar de las emociones positivas como la alegría y la serenidad, que generan en el organismo un estado de bienestar global, evitando patologías o mejorando las ya existentes.
La terapia de la sonrisa se basa precisamente en estos efectos que la risa produce. Esta teoría fue empleada por primera vez por Norman Cousins, un importante ejecutivo de Nueva York, conocido crítico, periodista y editor del Saturday Review, a quien, en 1964, a los 50 años, le fue diagnosticada una enfermedad muy dolorosa, que lo dejó lisiado: la espondilitis anquilosante, en la cual la espina dorsal se inmoviliza gradualmente hasta la parálisis completa del paciente.
Fue hospitalizado, pero rápidamente se dio cuenta de que permanecer allí empeoraba su estado en vez de mejorarlo. Entonces declaró: “El hospital no es el mejor lugar para los enfermos”. Y por eso, en vez de seguir tomando los fuertes analgésicos que le prescribían los médicos, prefirió irse por su cuenta y hacerse cargo de su recuperación. Se preguntó si existía de verdad una conexión entre las emociones positivas y el mejoramiento del estado de la salud. “Habíamos ya descubierto cuán importantes son las emociones positivas, como elemento capaz de mejorar la química del cuerpo. Era bastante fácil esperar, amar y creer, pero ¿reír? No hay nada más aburrido que estar obligado a quedarse acostado, con todos los huesos y las articulaciones que duelen”. Rentó decenas de grabaciones de la transmisión Cámara Escondida y muchas películas cómicas, y rápidamente descubrió que cada vez que reía era como si hubiera tomado un anestésico. Únicamente ingería dosis considerables de vitamina C, porque sabía que el ácido ascórbico para la oxigenación de la sangre contrarrestaba los daños ocasionados al colágeno producido por la hipoxia y que provocaban el empeoramiento de la enfermedad. El círculo vicioso del miedo, la depresión y el pánico en el cual cayó empezó a disolverse gradualmente. Descubrió que la risa tenía la facultad de reducir la inflamación de las articulaciones, ya que al mismo tiempo estimulaba la producción de endorfinas al cerebro. Además, parecía que incrementaba un estado de ánimo en el cual otras emociones benéficas podían generar también sus efectos. Cousins analizó con precisión los resultados de su experiencia terapéutica y descubrió que diez minutos de risa franca podían proporcionar un efecto anestésico que durara dos horas. Su cura le tomó más o menos un año, y al poco tiempo le reconocieron su validez científica. Cousins recibió el título de Dr. honoris causa. En su libro escribe: “Aprendí a nunca menospreciar la capacidad que la mente humana y el organismo tienen para reponerse, a pesar de las perspectivas más desalentadoras. Las ganas de vivir no son una abstracción teórica, sino una realidad fisiológica con efectos terapéuticos”.
Los médicos que lo asistían notaron algunos de sus comportamientos extremadamente significativos al enfrentar la enfermedad, como la ausencia de pánico frente a los graves males que lo habían asaltado; la confianza absoluta en la capacidad del organismo de que sabiamente lograría curarse, tal como un imparable buen humor y alegría que crearon el clima propicio no sólo para él, sino también para todo el ambiente del hospital. Por eso la risa, junto con el buen humor y la confianza, son importantes instrumentos para mejorar el bienestar global.
En 1988 se creó la Asociación para el Humor Terapéutico y Aplicado (AATH en inglés), formada por especialistas que confían en el poder curativo de la risa. Definen el humor terapéutico, la risoterapia, como «cualquier intervención que promueva la salud y el bienestar estimulando el descubrimiento alegre, la apreciación o expresión de lo absurdo o lo incoherente de las situaciones de la vida.
Otra pregunta que nos podríamos hacer es ¿por qué reímos?
La psicología ha identificado varias razones por las cuales reímos:
1.-La risa actúa como una válvula de escape, liberando la tensión acumulada y ayudándonos a afrontar situaciones estresantes de una manera más saludable.
2.-Es un pegamento social que fortalece los vínculos entre las personas. Compartir risas crea un sentido de comunidad y pertenencia.
3.-También es una manifestación externa de emociones positivas como la alegría, el placer y el optimismo.
4.- En ocasiones, la risa puede ser un mecanismo de defensa para evitar enfrentar emociones dolorosas o situaciones incómodas.
¿Y existen epidemias de risa?
Pues sí, y una epidemia de risa quizá pensemos que puede ser algo divertido, pero queda lejos de ser algo tan simple.
La risa no es solo un ruido alegre; puede ser una señal de angustia, estimulada por la ira o la tristeza o entrelazada con la manía. El ejemplo más famoso de una epidemia de risa ocurrió en Tanzania (entonces Tanganyika) en 1962, pero lo curioso es que este tipo de comportamiento psicológico ocurre semanalmente en todo el mundo, particularmente entre poblaciones que experimentan estrés crónico.
El brote de 1962 comenzó en una escuela para niñas y luego se extendió a otras comunidades, con una risa incontrolable que afectó tal vez a 1.000 personas, que duró varios meses, y causó el cierre temporal de 14 escuelas. La mayoría de los casos de enfermedad psicogénica masiva comienzan con una sola persona; en este caso, una colegiala probablemente sufrió un ataque de risa inducida por la ansiedad, provocando un efecto de cadena, hasta que las chicas a su alrededor también se vieron envueltas en una risa desesperada.
Poco a poco, se extendió más allá de la escuela y la región y en otras poblaciones en riesgo. Los síntomas de los pacientes incluyeron ataques recurrentes de risa y llanto que duraron desde unas pocas horas hasta 16 días. Estos ataques fueron acompañados por inquietud, ganas de correr sin rumbo, violencia ocasional, pero no había evidencia de causas orgánicas.
Se trata de un caso de enfermedad psicogénica o sociogénica masiva, una enfermedad que tiene la capacidad de atacar en una variedad de escenarios de alto estrés. Los factores de estrés entre las alumnas pudieron haber incluido las expectativas poco familiares impuestas en las escuelas administradas por los británicos y las incertidumbres creadas por la independencia de Tanganyika, logradas apenas un mes antes del incidente.
No hay que emplear, por tanto, el incidente de Tanganyika como una evidencia de que la risa es contagiosa. La enfermedad psicógena tiene todo tipo de síntomas nerviosos y la risa es solo una de ellas. Aunque el caso de Tanganyika está cerrado, se producen casos similares de enfermedad psicogénica masiva entre grupos de personas que no pueden salir de una situación estresante. En este tipo de situaciones, el afectado en cuestión no tiene poder sobre el estrés y no puede obtener ninguna otra respuesta.
¿Y todas las risas son iguales?
No. No todas las risas son iguales. Los psicólogos han identificado diferentes tipos de risa, cada una con su propio significado: P.e. tenemos la risa social, esa compartida en grupo, que fomenta la cohesión social.
La risa nerviosa, esa risa incómoda que puede surgir en situaciones de tensión o
incertidumbre.
La risa burlona o despectiva que puede herir los sentimientos de otros.
Y la risa dirigida hacia uno/a mismo/a, que puede ser una forma de manejar la ansiedad o el estrés.
La facultad que tiene el humor para provocar la risa es tan personal como arbitraria. En realidad, resulta muy curioso la capacidad que tiene el mundo del humor para hacernos reír, ya que es uno de los rasgos que determinan nuestra humanidad, y no solo eso, sino que también nos procura una vida más sana, agradable y en contacto con los otros.
Aquí te dejo algunas razones para que sigas riendo y disfrutando de la vida alegre:
1.- La risa es buena tus pulmones cuando te ríes a carcajadas tus pulmones funcionan mejor porque reciben más oxígeno. Y este elemento químico no solo nos permite respirar, sino que también ayuda a que cada célula se desarrolle correctamente, estimula nuestro sistema inmunológico y nuestro sistema circulatorio. Así que ríe y ¡llena tu organismo de aire fresco!
2.- Es posible que la sonrisa impacte positivamente en tu presión arterial. Parece que la risa disminuye la presión arterial, después de provocar un aumento inicial en la frecuencia cardíaca y la respiración. Y quizás sea la mejor crema anti edad. La risa puede hacer que parezcas unos años más joven, te hace ver como una persona despreocupada, que recién comienza la vida.
3.- Mejora tu sistema inmunológico, pues la risa crea una barrera de defensa de nuestro organismo contra todo agente extraño. Una sonrisa es una de nuestras mejores aliadas siempre; pero especialmente en momentos de tensión y soledad, ya que a nivel físico una buena carcajada fortalece el sistema inmunológico.
4.- Sonreír es el mejor analgésico. La risa puede calmar el dolor al hacer que el cuerpo produzca analgésicos naturales como el caso que hemos mencionado del paciente con espondilitis anquilosante. Ver o participar en una comedia conduce a una mayor tolerancia al dolor, y las personas que ríen más tienden a sentir menos dolor más tarde.
5.-La risa también puede estimular la circulación, lo que a su vez, ayuda a la relajación muscular, y por ende, a reducir algunos síntomas físicos como dolor en el cuello y en la espalda. Viéndolo de esta manera, reír es el equivalente a un buen masaje relajante.
6.-La risa es una excelente terapia contra el estrés. Y esto se debe a que una buena carcajada favorece la regulación de las hormonas del estrés: el cortisol y la epinefrina (adrenalina), sin llegar a la epidemia.
7.- Dentro de los beneficios de las carcajadas también se encuentra la facilitación de la pérdida de peso, siempre que lo acompañes con una buena dieta y ejercicio. Cuando la risa es intensa, se requiere más esfuerzo corporal y eso aumenta la frecuencia cardíaca, lo que significa que estás quemando calorías.
8.-Las personas con un fuerte sentido del humor viven más, a pesar de las enfermedades cardiovasculares y las infecciones. Así lo reveló un estudio publicado en Psychosomatic Medicine. Es más, algunas investigaciones han demostrado que las personas que sonríen con regularidad parecen más seguras. Incluso, hay quienes señalan que la gente que ríe con
regularidad tiene más probabilidades de ser promovida y de atraer personas.
9.- Sonreír incrementa la satisfacción personal y puede hacer que sea más fácil afrontar situaciones difíciles. De hecho, sonreír puede influir en tus sentimientos de positividad, incluso si es una risa forzada. Independientemente de si tu sonrisa es genuina o no, aún envía el mensaje a tu cerebro y en última instancia, al resto del cuerpo, de que «¡La vida es buena y merece la pena vivirla!».
10.- Charles Darwin sugirió que lo que expresas con tu rostro puede afectar tu estado de ánimo, una teoría conocida como la «hipótesis de retroalimentación facial» y Marilyn Monroe decía que: «una sonrisa es el mejor maquillaje que cualquier chica puede usar»
En definitiva, riámonos mientras podamos porque sonreír es una de las mayores fuentes de bienestar y salud, sin caer necesariamente en el cinismo, por el bien de esta gran comedia humana y su tendencia a la hilaridad.
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