lunes, 7 de diciembre de 2020

MIEDOS QUE ROBAN SILENCIOS

 



El miedo es una emoción primaria, adaptativa y esencial para nuestra supervivencia como especie. Si no tuviéramos miedo ya no estaríamos aquí. La percepción de peligro, riesgo o amenaza, puede ser real o no, e incluso puede tratarse de aspectos que tienen que ver con lo pasado, el presente, o lo que está por venir. 

A diferencia de los animales los humanos hemos nacido y nos han criado asumiendo que el miedo puede marcarnos en cualquier momento y circunstancia. Existen  diferentes enfoques teóricos para analizar este fenómeno, y dependiendo de la perspectiva tendrán más valor los aspectos biológicos, neurológicos, psicológicos, sociales o culturales.

Otro elemento clave es el evolutivo, pues en función de la edad de la persona podremos analizar unos u otros miedos. El terror sería la máxima expresión del miedo y el trastorno de ansiedad su derivado principal. Además, existe el miedo irracional o el miedo al miedo, también llamado fobia.

El miedo o los miedos pueden ser causa o efecto del estrés. Un libro muy interesante que recomiendo es el del autor Robert Sapolsky, titulado: ¿Por qué las cebras no tienen úlcera?, dónde el autor analiza los cambios de patrón de las enfermedades, lo que nos preocupa, nos quita el sueño o nos genera estrés a las personas, a diferencia de los animales. Y cómo los animales racionales hemos sido capaces de inventar agentes estresantes que dominan nuestra existencia y sistema nervioso.

Por eso el tipo de vida que llevamos en la sociedad moderna, psicologizada, de prisas, ruidos, a golpe de likes y con poca capacidad de tolerar la frustración, no favorece demasiado el estereotipo de individuos fuertes por naturaleza y con capacidad resiliente de adaptación. 

Abundantes sinónimos nos servirían para indicar estados cercanos a lo que asumimos como miedo, entre otros: susto, pesadilla, riesgo, temor, peligro, aprehensión, canguelo,  pavor, espanto, alarma, pánico, fobia.

Si hablamos de los jóvenes, en su época crítica de la adolescencia, los principales miedos podrían ser: el miedo a ser aceptados por los demás; la preocupación excesiva por ser incluido entre sus iguales, a ser juzgado o a que se rían de uno. También el miedo al amor o a las relaciones amorosas, e incluso a la soledad. Por supuesto el miedo a lo que les espera, e incluso a los exámenes.

En estos momentos vivimos, desde el mes de marzo pasado, una fatiga pandémica por la COVID-19, con mucha carga de incertidumbre, lo que puede acrecentar, en general, los miedos y las dudas en muchos sentidos: si las vacunas serán eficaces desde el punto de vista sanitario; si la economía despegará o nos dejará con una deuda insostenible; si saldremos reforzados socialmente, con solidaridad y habiendo aprendido la lección; si el plano político será estable, seguro o se instaurará la falta de libertades; etc. Tantas son las dudas que nos asaltan que hasta el miedo nos roba el silencio para no errar el vaticinio sobre si volveremos a vivir como antes, con normalidad, tocándonos, sin mascarillas, viajando, en la calle y en grupo.  

Una curiosidad sobre los miedos en la cultura inca es la representación de la cruz andina o Chacana. Término quechua que significa "escalera" u "objeto a modo de puente". Es un símbolo milenario de los indígenas en el que algunos estudiosos de esas culturas marcan los lados con las edades de la existencia humana, contando de siete en siete. Añaden que todas las crisis de los humanos son múltiplos de siete y en cada etapa hay unos miedos predefinidos que las caracterizan y se repiten posteriormente (por ejemplo, los miedos de 0 a 7 años se vuelven a dar, según ellos, de los 63 a los 70).

Sea como fuere, toca apostar por uno mismo y salir de la zona de confort: dícese del estado mental que uno siente cuando está en aparente seguridad y tranquilidad, dónde no se arriesga y se controla lo que sucede en la vida estando en modo "piloto automático". Sin embargo la realidad es otra, pues lo que ocurre en esa zona es que los miedos a fracasar o a no cumplir con las expectativas nos anestesian volviéndonos comodones y nos abocan a conductas de evitación y a procrastinar (aplazar las cosas o evadirse de responsabilidades...).

Te invito a salir de la zona de confort, verás como estarás más preparado para vivir estos tiempos difíciles, serás más productivo y tus límites serán más amplios, aumentarás tu creatividad y autoestima,  te sentirás más vivo y envejecerás mejor... 

¡ATRÉVETE A QUE LOS MIEDOS NO TE ROBEN LOS SILENCIOS!

 


 

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