martes, 13 de abril de 2021

EL SECRETO MEJOR GUARDADO DEL PODER

Una de las pequeñas joyas del antropólogo Marvin Harris es su libro: "Jefes, cabecillas, abusones". 

En pocas páginas se pregunta si había vida antes de los jefes o si podría existir la humanidad sin gobernantes ni gobernados. 

También resalta la forma de entender el asunto en diferentes tribus cazadoras-recolectoras como los !kung, donde todos son cabecillas y a veces resulta un tanto frustrante y tedioso serlo.

Harris diferencia  entre reciprocidad y redistribución tomando la jactancia como atributo del liderazgo. Y añade una curiosidad: tenemos necesidad genética de amor,  apoyo emocional y aprobación.

Por otro lado, en esta misma línea del poder, en el mundo de la psicología se conoce la existencia del síndrome de Hubris como uno de los primeros síntomas de los políticos elegidos que creen guiar los pasos de un pueblo, pudiendo afectar por igual a personas humildes y honradas tras un tiempo en el poder.

Un ejemplo de este síndrome fue padecido por el emperador romano Claudio, magnánimo y preocupado por sus súbditos inicialmente hasta que empezó a obsesionarse con la idea de que pudieran reírse de su tartamudez y aerofagia. Lo mismo le sucedió a otro emperador romano llamado Marco Antonio Casiano que con su cinismo llegó a decir: "sé que no os gusta lo que hago, pero por eso poseo armas y soldados, para no tener que preocuparme de lo que penséis de mi"

Pero no hay que irse a la Roma antigua pues quién más quién menos tiene en mente a algún político que por su forma de entender el poder, abusa del mismo y se emborracha de megalomanía social.

Llevando las teoría anteriores a la sociedad occidental y al propio individuo que habita en democracias modernas que consagra su libertad con el culto a las compras,  Thorstein Veblen plantea la  "teoría de la clase ociosa". Describe en ella los puntos flacos del consumismo conspicuo en un mundo, de objetos suntuarios que nos hacen sentirnos superiores. Por tanto, cedemos poder extrínseco porque en el sistema hallamos poder intrínseco, aunque en el fondo sabemos que este espejismo nos pasará factura.

Cuentan de un pueblo que encontró el secreto del poder de la felicidad y no sabían dónde esconderlo; unos abogaban por llevarlo a las profundidades del mar; otros a las más altas montañas o a las entrañas de la tierra. Discutían sin ponerse de acuerdo hasta que le preguntaron a un sabio que por allí pasaba de camino. Aquél hombre les exhortó a esconderlo en el corazón de los hombres pues sería muy difícil que nadie lo hallase para robarlo. Y así lo hicieron.

El poder que embarga el corazón no tiene límites, no se compra, ni se vende, ni enferma.


 

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