De dónde venimos parece que lo tenemos bastante claro, quizás haya más dudas en cuánto hacia dónde vamos.
En la sociedad tradicional,
periodo anterior a la revolución industrial –segunda mitad del siglo XVIII, la
vida humana era más tranquila y sus cambios muy lentos; la movilidad social era
escasa y las reglas sociales bastante estables.
Sin embargo, la sociedad moderna
que se inaugura con la revolución francesa, es más compleja y multicultural, tiene
nuevas formas de interacción y de organización social y se caracteriza por una
transformación profunda de las estructuras sociales, económicas y políticas.
Los fenómenos de nuestro tiempo,
de este siglo XXI, son sin lugar a dudas: la globalización económica liberal,
el desarrollo de nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, el
hiperconsumismo y los flujos migratorios, debidos a la pobreza y a la
desigualdad de cuna.
Además, de un tiempo a esta parte
observamos que los humanos somos más individualistas y que hay determinados
factores sociales que nos generan incertidumbre e inseguridad, pero por otro
lado y como compensación de la balanza, se ha producido un aumento
significativo del conocimiento y de la ciencia que nos hacen progresar como
especie.
Intentaremos en esta ocasión
sentar las bases de la conducta y para ello tenemos que remontarnos a la
evolución. En 1859 Charles Darwin demostró la evolución como resultado de la
selección natural de los seres vivos en su libro “El origen de las especies”.
Dicha evolución justifica nuestra procedencia y la del resto de los animales.
El homo sapiens sapiens u hombre
de Cro-Magnon, es nuestro ascendente más inmediato por el parecido similar al
hombre actual. Originario quizás de África, vivió en Europa hace 40.000 años y
sus rasgos distintivos, los de nuestra especie, radican en tener un cerebro
superior y más desarrollado; la capacidad única de fabricar utensilios e
instrumentos variados; el lenguaje articulado, la infancia como período de aprendizaje,
o el caminar bípedo y la sexualidad.
Desde el punto de vista de la
biología, sabemos que cada célula de nuestro cuerpo contiene 23 pares de
cromosomas (la mitad son de la madre y la mitad del padre). Y que el ADN, esa
molécula de doble hélice unida por bases químicas, determina nuestro genotipo o
herencia genética.
Precisamente, el proyecto genoma
humano cambió la ciencia hace más de dos
décadas. En el año 2003 se completó el hito de la secuenciación del genoma
humano, abriéndose una ventana muy
importante para conocer las bases genéticas de las enfermedades, su diagnóstico
y posible curación. Descubrieron que 3.000 millones de letras forman nuestro
ADN, con instrucciones precisas para nacer y reproducirnos; que el código
genético es universal en un 99,9 % del planeta y que en un 98 % somos idénticos
a los chimpancés y otros primates.
Poco tiempo después, en el año 2013, Obama el ex presidente de EEUU, eligió a un científico español Rafael Yuste, para medir y mapear la actividad cerebral, esa maraña de conexiones que Ramón y Cajal llamaba las selvas impenetrables, mediante un proyecto llamado BRAIN.
El cerebro humano, esa máquina
perfecta que modula la conducta, todavía a día de hoy oculta muchos misterios
aunque cada día se conoce más como consecuencia de dicho proyecto BRAIN. Los
especialistas comparan el cerebro con una orquesta de diferentes elementos que
ejecutan la partitura de una forma increíble, coordinando todos los sistemas corporales.
Y una de las pocas cosas que
sabemos con certeza sobre el cerebro y que se ha probado en experimentos con
ratones, es que el mundo en el que vivimos está generado internamente. Como
decían Platón y Kant, la razón por la cual la mente humana concuerda con el
mundo no es porque sea un reflejo del mundo, sino al revés: el mundo es un reflejo
de nuestra mente, pues lo que creemos que vemos lo tenemos ya en nuestro
cerebro. Aunque, puede ocurrir que
nuestros sentidos no transmitan una imagen fiel del mundo externo como
consecuencia de algún tipo de trastorno de la percepción, por lesiones cerebrales localizadas.
En lo que respecta al
comportamiento social, este será el resultado de la fusión entre las
características genéticas (ADN) y los factores del medio ambiente que rodean a
los individuos, tema ya tratado en el anterior podcast de la personalidad. Lo
cierto es que aunque cada persona sea algo aparentemente aislado, todos nos
definimos por el comportamiento social.
Ya Aristóteles, el sabio de la
antigua Grecia, destacó la importancia del comportamiento social y de la
sociedad para la vida de las personas. Para el famoso filósofo, el ser humano
era un animal social cuyas acciones individuales eran inseparables de las
sociales, pues es en la sociedad dónde nos formamos moralmente, siendo
ciudadanos y relacionándonos con el entorno.
La psicología nació para tratar
de comprender por qué los humanos nos comportamos de una determinada forma en
esta nueva sociedad, en la que tenemos que reinventarnos permanentemente para buscar la adaptación al mundo y a la vida
que nos toca vivir. Una vez desvinculada de la filosofía, la psicología se hizo
autónoma como ciencia experimental basada en el método científico; y fue
desarrollándose como una ciencia ecléctica al recoger datos aportados por otras
disciplinas, operar con diferentes niveles de análisis y estudiar a los grupos
de individuos, realizando diagnósticos y tratamientos, en su caso.
Gran parte de nuestro
comportamiento es aprendido. El aprendizaje supone un cambio en la conducta producido por la
experiencia, aunque también la fatiga, la maduración o el paso por las
diferentes etapas evolutivas y nuestro estado fisiológico, influirán de manera
cierta en nuestro aprendizaje.
Todos los animales y seres
humanos poseemos comportamientos innatos
que incrementan nuestra adaptación al ambiente. Un niño recién nacido
succionará o llorará para que le den de comer o lo arropen, como consecuencia
de los reflejos y del instinto, aunque sea ciego.
Y en todas las especies se dan
aprendizajes no asociativos como son la habituación y la sensibilización. Es decir, que nos acostumbramos a algo como
consecuencia de la repetición de un estímulo. Por ejemplo, nos puede molestar
inicialmente un ruido pero si permanece este en el tiempo le damos menos
importancia al acostumbrarnos a tenerlo como fondo. Y si estamos concentrados
en algo y nos molestan tendremos una reacción de sobresalto.
Aunque entender el comportamiento
social de una manera exacta no es más que una utopía, existen diversas teorías
que analizan y nos dan pistas, dándose los principales experimentos en
Psicología, y en especial en Psicología Social,
entre los años 1950-70.
La psicología social es una rama
de la psicología, la encargada de investigar cómo interaccionamos entre sí las
personas y cómo influyen las situaciones sociales en el contexto en que se
desarrolla la conducta humana.
Desarrollamos nuestra identidad
personal gracias al descubrimiento de lo que somos y la cultura nos aporta
sentido. La cultura entendida como ese conjunto de técnicas, tradiciones, costumbres
y creencias de nuestra colectividad; o nuestra manera de vivir e interpretar el
mundo, transmitida de generación en
generación.
La socialización es el proceso mediante el que aprendemos, interiorizamos normas, ideas y comportamientos dentro de un grupo social junto a los estilos de vida de la sociedad en la que vivimos. Los agentes de socialización principales en ese proceso evolutivo son: la familia, la escuela, los/as compañeros/as, los medios de comunicación y en la actualidad, las redes sociales, que tienen un papel muy relevante.
La percepción social la tenemos a
veces por las primeras impresiones, motivaciones, intereses y expectativas,
realizando juicios que guiarán nuestra interacción. Las categorías que
utilizamos son agrupamientos sociales por edad, sexo, roles o profesiones.
Conocer el proceso de formación
de impresiones puede ayudarnos a evitar los estereotipos o las atribuciones
causales nocivas, a aprender a dar una impresión buena en función de la
información que damos (y cómo la damos).
Aquí te propongo algunas teorías que
seguramente nos ayudarán a entender mejor nuestro comportamiento en sociedad.
Comenzaremos por una primera teoría
muy actual, la de la influencia social. La influencia social es un proceso
psicológico en el cual uno o varios sujetos influyen en el comportamiento de
los demás. En este proceso se tienen en cuenta factores como la persuasión, la conformidad,
la aceptación y la obediencia.
El ejemplo más notorio son las redes sociales, a través de las cuales los/las “influencers” son determinantes de manera significativa, en el comportamiento social, sobre todo de los adolescentes. Las redes sociales posibilitan que los adolescentes creen identidades en línea, se comuniquen con otros y construyan lazos sociales; también les permite interactuar más allá de las barreras geográficas y les enseña sobre una variedad de temas. Sin embargo, el uso de las redes sociales también puede afectar negativamente a los adolescentes y a su salud mental, al distraerlos, interrumpir su sueño y exponerlos al hostigamiento, a la propagación de rumores, a las opiniones poco realistas sobre la vida de otras personas y a la presión de grupo. Y sino véase el juicio reciente contra Meta en más de 40 estados de EEUU, acusándoles de que Facebook, Instagram y whatsapp son dañinos para los menores y aprobando leyes que prohíben el acceso de los niños menores de 13 años a las redes sociales. En España y en Europa también está en revisión, por ejemplo, el uso de los móviles en las escuelas e institutos, tema muy relacionado con la dependencia y el abuso de las redes sociales. Por tanto, tendremos que calibrar el uso de las redes en los jóvenes y en los no tan jóvenes con buena práxis.
Otro experimento reseñable es el
de la conformidad de Solomon Asch. Este autor, en 1951 describió la relación
fundamental entre el grupo de referencia y la persona individual. En su
estudio, formó un grupo compuesto por un estudiante y varios colaboradores del
investigador que se hacían pasar por sujetos. La tarea consistía en que el
investigador presentaba una hoja en la que había impresas tres barras horizontales
de diferentes tamaños, y cada sujeto debía decir cuál de ellas era la más alta.
Los colaboradores estaban preparados para responder de forma correcta en los
primeros ensayos, pero a medida que progresaba la situación empezaban a
equivocarse y a indicar una barra que claramente no era la más alta. El sujeto
que no sabía qué estaba ocurriendo comenzaba respondiendo correctamente, tal
como él pensaba, pero a medida que los demás insistían en indicar la barra
equivocada, sus respuestas comenzaban a ser iguales que las de los demás.
De esta manera Asch concluyó que
el fenómeno de la conformidad sí es observable en situaciones en las que el
estímulo sobre el que hay que emitir un juicio es objetivo. Llevado el
experimento al comportamiento en la sociedad actual, las personas que no tengan
la habilidad ni el conocimiento para tomar decisiones, particularmente en una
crisis, transferirán la toma de decisiones al grupo y su jerarquía. El grupo es
el modelo de comportamiento de la persona y la influencia social se produce imitando
la conducta de los otros, que a su vez se basa en procesos de sugestión y
contagio que ocurren en contextos de grupo. Se considera que este tipo de
contextos facilitan el contagio y la difusión de ideas, y la imitación permite
que lo individual se transforme en social. Y de ahí a la manipulación hay un
pequeño paso..
Otro experimento
muy impactante fue el relativo a la obediencia de Milgram en los años 60,
también llamado de la teoría de la cosificación, donde la esencia de la
obediencia consiste en el hecho de que una persona se mira a sí misma como un
instrumento que realiza los deseos de otra persona y por lo tanto no se
considera a sí mismo responsable de sus actos. De ahí, las descargas eléctricas
que eran capaces de dar la mayoría de los participantes en el experimento y que
podían provocar la muerte a otra persona, al obedecer las órdenes del
experimentador, solo por el hecho de que el interpelado fallara en la respuesta
a una lista de palabras.
Este es el fundamento del respeto
militar a la autoridad: los soldados seguirán, obedecerán y ejecutarán órdenes
e instrucciones dictadas por los superiores, con el entendimiento de que la
responsabilidad de sus actos recae en el mando de sus superiores jerárquicos.
Milgram comenzó su experimento de
la obediencia tres meses después de que Adolf Eichmann fuera juzgado y
sentenciado a muerte en Jerusalén por crímenes contra la humanidad durante el
régimen nazi en Alemania. E ideó estos experimentos para responder a la
pregunta: ¿Podría ser que Eichmann y su millón de cómplices en el Holocausto
solo estuvieran siguiendo órdenes? ¿Podríamos llamarlos a todos cómplices?
Un ejemplo parecido es La Tercera Ola, un experimento que luego fue llevado al cine, para demostrar que incluso las sociedades libres y abiertas no son inmunes al atractivo de ideologías autoritarias y dictatoriales. Este experimento fue realizado por el profesor de historia Ron Jones en el marco de su estudio sobre la Alemania nazi con alumnos de secundaria, al convencer a sus estudiantes de que el movimiento eliminaría la democracia. El hecho de que la democracia enfatizara el individualismo se consideró un defecto de la democracia, y Jones hizo hincapié en ello a través de su lema "Fuerza mediante la disciplina, fuerza mediante la comunidad, fuerza a través de la acción, fuerza a través del orgullo". Jones llamó al movimiento "La Tercera Ola", debido a la noción popular de que la tercera de una serie de olas en el mar es siempre la más fuerte. Al parecer, el experimento cobró vida propia, cuando alumnos de toda la escuela se unieron a él.
En esta misma línea de
obediencia, un experimento que causa inquietud por sus resultados fue el de la
cárcel de Standford de Zimbardo en 1971. Para realizarlo se reclutaron
voluntarios que desempeñarían los roles de guardias y prisioneros en una
prisión ficticia. Sin embargo, el experimento se les fue pronto de las manos y
se canceló al observarse como los prisioneros sufrieron —y aceptaron— un
tratamiento sádico y humillante a manos de los guardias, y al mostrar graves
trastornos emocionales.
El estudio fue subvencionado por
la Armada de los Estados Unidos, que buscaba una explicación a los conflictos
en su sistema de prisiones y en el del Cuerpo de Marines. Zimbardo y su equipo
intentaron probar la hipótesis de que los guardias de prisiones y los convictos
se autoseleccionaban, a partir de una cierta disposición que explicaría los
abusos cometidos frecuentemente en las cárceles.
Estos experimentos muy populares coinciden en haberse realizado con
posterioridad a la declaración de Núremberg (1947). El código de Núremberg distingue el valor que
los experimentos con seres humanos pueden tener para el estudio de distintos
aspectos de la condición humana que podrían conducir a resultados provechosos
para la sociedad, y propone a su vez unos principios que apuntan a satisfacer
conceptos morales, éticos y legales.
Además de la influencia social,
la conformidad o la obediencia tenemos que considerar otros aspectos y teorías
psicológicas que nos ayuden a entender el
porqué de nuestras conductas.
A este respecto, citaré a Iván
Pávlov y a su perro que salivaba cuando sonaba una campana al asociar el toque
de la misma a la comida, en el famoso experimento del condicionamiento clásico.
Como sabrás, este autor afirma que a un estímulo le corresponde una respuesta
innata, pero sostiene que si ese estímulo es asociado a otros eventos, podemos
obtener un comportamiento diferente. Según Pávlov, a través de estímulos
inducidos se pueden cambiar las conductas de las personas. De aquí es
principalmente de donde se nutre el marketing. Por ejemplo, si en una campaña
publicitaria el producto es asociado a un estímulo agradable para las personas
(sonrisas, playas, belleza) esto se verá traducido en una mayor cantidad de
ventas.
Otra teoría muy importante en
psicología es el condicionamiento operante de Skinner que es una manera de
aprendizaje a base de recompensas y castigos. Este tipo de condicionamiento
sostiene que si la conducta trae consigo una consecuencia, ya sea de premio o
castigo, la consecuencia de nuestra conducta nos llevará al aprendizaje. Este
tipo de condicionamiento se estudia frecuentemente durante el aprendizaje en
edades tempranas del desarrollo (la infancia), pero es capaz de explicar muchas
otras conductas de adultos.
El concepto de aprendizaje
vicario lo propuso el psicólogo Albert Bandura en su Teoría del aprendizaje
social en 1977, y es el aprendizaje por imitación, siendo el refuerzo otra
característica; se enfoca principalmente a procesos imitativos cognitivos del
individuo que aprende con una figura modelo. En los primeros años, los padres y
educadores serán los modelos básicos a imitar.
Y finalmente la Teoría Sociocultural de Vygotsky, que hace énfasis en la interacción de los jóvenes con el entorno que los rodea, entendiendo al desarrollo cognoscitivo como el resultado de un proceso multicausal. Las actividades que realizan de forma conjunta brindan a los niños la posibilidad de internalizar las formas de pensamiento y comportamiento de la sociedad donde se encuentran, adaptándolas como propias.
Cuando hablamos de buenas personas, ¿crees que da lo mismo que le preguntemos a una persona que vive en Indonesia que a uno criado en Albacete o Zaragoza? ¿Cómo influye la sociedad que nos rodea en lo que consideramos bueno o malo, valioso o despreciable?
Dicho de otra manera, ¿eres más
de Hobbes, de Rousseau, de Freud o de Fromm?
Estás más del lado de Rousseau y
¿crees que el ser humano es bueno y empático por naturaleza porque cuando vemos
sufrir a los demás tenemos una inclinación natural a auxiliarles?
¿O quizás te decantas por la
opción de que somos capaces de hacer tanto el bien como el mal, al estar
dirigidos, como decía Freud, por instintos básicos como eros y tánatos, es
decir, mato o no mato, pego o no pego…?
¿O te apuntas finalmente a la
tesis de Erich Froom en “El arte de amar” o “El corazón del hombre”, al controlar
los impulsos que nos humanizan, haciendo cosas bien y cosas mal?
No sé dónde estás o cómo te
posicionas pero, como sabes, existen multitud de diferencias culturales entre
los variados pueblos del mundo y lo que para unos es una virtud, para otros puede
ser un gran defecto.
Este tipo de cuestiones se
plantearon hace ya más de 10 años en un debate realizado en la Universidad de
Oxford en el que participaba el antropólogo Oliver Scott Curry. De todo lo
tratado en aquella ocasión, a Curry se le quedó grabado este problema y dedicó
los siguientes años de su investigación a estudiarlo.
Finalmente, en 2019 publicó un artículo en la revista Current Anthropology, para el que investigó profundamente lo que los seres humanos entienden como moralidad en 60 tipos de sociedades diferentes de todo el mundo, lo que a nivel social se considera hacer las cosas bien o mal. El profesor, que hoy en día es miembro del Instituto de Antropología Evolutiva y Cognitiva de Oxford, llegó a la siguiente lista de siete aspectos que definen a una buena persona esté donde esté:
1. Ayuda a su
familia
2. Ayuda a su
comunidad
3. Devuelve
los favores
4. Es valiente
5. Respeta a
sus superiores
6. Divide los
recursos de forma justa
7. Respeta los
bienes de los demás
Para llegar a estos resultados comprobaron cómo se percibían, en cada una de
las sociedades tenidas en cuenta, siete tipos distintos de cooperación: valores
familiares, lealtad al grupo, intercambio social o reciprocidad, resolver
conflictos a través de la competencia, justicia y derechos de propiedad.
Descubrieron que estos siete comportamientos se consideraban moralmente buenos
en casi el 100% de los casos. Las diferencias culturales llegaron en cómo cada
una de estas culturas acoge estas siete características según su importancia.
Por ejemplo entre el pueblo Chuukese, de los
Estados Federados de Micronesia, robar a los demás es admirable porque muestra
el dominio de una persona y demuestra que no se siente intimidado por los
poderes agresivos de los demás. En este caso la valentía y el respeto a los
superiores se valoran más que el respeto a la propiedad.
El estudio despierta una antigua discusión de la filosofía: si la moral es innata al ser humano o moldeada por la sociedad. Esa es la mayor crítica que se ha hecho al estudio de Curry, que no resuelve esta cuestión, la definición de moralidad. En cualquier caso, el estudio de Curry representa todo un hallazgo en el sentido de que ha conseguido poner por primera vez negro sobre blanco la evidencia de que todos los humanos compartimos unos valores básicos, sean estos aprendidos o no.
Puedes escucharlo también pinchando en este enlace:
https://podcasters.spotify.com/pod/show/joseantonioguallarclaver
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