EL ARCO IRIS INACABADO II

 II RETOS, AGENDA Y DESPROPÓSITOS

    Los treinta y uno  de diciembre de cada año entonaba Grid un canto al cambio, esforzándose en reflexionar profundamente para poner orden a todo lo injusto, a lo que no le gustaba, abominaba o quería esquivar, para centrar mejor su existencia.

    Pero los uno de enero se parecían tanto unos a otros, coincidiendo los dolores de cabeza de la resaca propia de las uvas, del champán y de los excesos, que las promesas se hacían imposibles o difíciles de alcanzar. Esas noches viejas de olvido, desenfreno, radicalismo, innovación necesaria para saltar a una nueva aventura cargada de añoranzas, la mantenían con esperanza o cuando menos con dudas en su intento de superación.

    La agenda comenzaba a tener sentido  y el paso del tiempo era el espejo del camino que acababa entre sinuosidades, curvas peligrosas y piso en mal estado. El apuntar en ese montón de hojas, con consignas de dichos o refranes edulcorados, la sumían en una esquizofrenia aparente por no saber si consumía fechas o refresacaba las siguientes. Vagando entre sus apuntes  leía lo hecho, retrocediendo o valorando instantes, acciones y encuentros, examinaba lo previsto de inmediato. Todo resultaba igual  o muy parecido, las teorías de la alienación humana se habían colado y posado sin pedir permiso entre las líneas del memorándum. 

    Desprenderse de la rutina, cambiar de caras, reinventar situaciones o escenarios se le antojaba harto complicado; seguir en esa línea de simplezas repetidas, de funciones fáticas del comportamiento humano aderezadas de hipocresía inncesaria, la convertían en una salvaje de la masa, abocándola a depresiones sin límite.