lunes, 15 de abril de 2024

EL ARCO IRIS INACABADO IV

 IV RABIA Y DUDAS

    La edad de Grid y su historia personal le preocupaban cada día más. Con reflexiones o sin ellas, el futuro se hacía bochornoso y las posibles salidas no adelantaban demasiadas sorpresas de agrado. Pese a su experiencia por todo lo vivido y bucando la mayor frialdad de análisis posible, esta vez todo iba más en serio que nunca.

    Anteriormente las revisiones eran como películas que se reponían con público nuevo, absorto por contemplar escenas y más escenas con final casi sabido o cuando menos esperado. Ahora, en este otro film se producían cortes irrisorios, fragmentos esperpénticos, desconexión de diálogos y actuaciones, silencios sin pausa, espontáneos en busca de una oportunidad, cámara lenta unida al blanco y negro, distorsión de voces en off, broncas monumentales del director a sus actores, abusos de pantalla, soliloquios con arenga incluida y extraños comediantes que hacían pasarela permanente.

    La rabia se apoderaba de Grid al acercarse a la consideración aquélla de cualquier tiempo pasado pudo ser mejor que el actual. Y se repetía para sus adentros, que en todo caso, distinto o no sería.

    No le apetecía, en absoluto, comparar siempre lo hecho con lo anterior en busca de referentes, imponiendo recetas milagrosas, porque le reconcomían los ideales más planetarios al carecer de peso específico para mantenerse en pie como actos. Esta cuestión de largo alcance hacía que sus planteamientos se renovasen para no parecerse demasiado a sus antecesores. El aletargo, la insensatez o la vejez prematura podían impedir el progreso pero el sacrificio y la comunión de lo impuesto sin pensamiento alternativo, adelantaban la muerte súbita de cuestiones no germinadas.

    La eterna duda sobre todo era su sino. Aunque aparentemente no dejaba entrever vacilaciones tampoco se encontraba cómoda aseverando o elevando a los altares más venerados casi nada. Más bien le gustaba mantenerse a la expectativa y escuchar a quien mereciera la pena, desconectar de irritantes pesados o aguantar mínimamente, por cortesía, a los más allegados. Si alguna vez se había visto envuelta en alguna discusión su estrategia del esquivo o de la espera le habían dado buenos resultados. No le importaba excesivamente la opinión que se formaran de ella porque esto tenía visos de subterfugio social y de sambenitos y clichés imposibles de arrancar o de desprender sin purga, excomunión o mea culpa.

    Su condición de mujer le había dado algún que otro susto pero la tenía tan asumida que le apetecía remarcar esta faceta. Atendiendo a los dones propios heredados como fémina se unían las peculiaridades de conexión con la naturaleza superiores al varón. Ella siempre asimilaba las destrezas de la adaptación a la vida como un hecho propio de mujeres. 

    Demasiados reproches de vida y resistencias ante papeles usurpados de igualdad entre congéneres, partos dolorosos, gritados, hasta negados, pero cargados de dicha incondicional entre límites de justicia y de integración; aguantes sín límite para mantener status ficticios, luchas de imposibles existenciales y situaciones preconcebidas, alentadas con frenesí por quién sufre.







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