martes, 21 de mayo de 2024

LOS SUEÑOS

En las civilizaciones mesopotámicas, el sueño fue un elemento relacionado con la magia. En el Antiguo Egipto los sueños y las revelaciones  eran parte de la vida diaria. Y los griegos acudían al templo tras días sin haber comido o bebido, y allí, estimulando sus sentidos (a través del olor del incienso, luz tenue y cantos relajantes de los sacerdotes) lograban introducirse en el universo onírico.

Hasta las obras de Sigmund Freud y Carl Jung, los científicos prestaron escasa atención a los sueños como un verdadero objeto de investigación.  Los antiguos, por supuesto, no analizaban los sueños como el resultado de la experiencia diaria y como una actividad necesaria y saludable, tampoco veían los sueños, como se hace hoy día, como el resultado de los mecanismos de mantenimiento de un encéfalo sano.

La investigación científica del sueño comenzó en el siglo XX con las técnicas de registro de   parámetros electrofisiológicos,  destacando la (medición de oxígeno) a través de la oximetría; (de la actividad cerebral) con el electroencefalograma, (de los movimientos oculares) con el electrooculograma y del tono muscular con el electromiograma. Hoy los científicos continúan aprendiendo sobre la función, la regulación del sueño y las enfermedades.  Se preguntan si la falta de sueño lleva a ciertos trastornos, o bien, ciertas enfermedades producen la falta de sueño. 

Lo que sí sabemos es que las personas que están privadas crónicamente del sueño tienen más probabilidad de tener sobrepeso, accidentes cerebrovasculares y enfermedades cardiovasculares, infecciones y ciertos tipos de cáncer. Y que las alteraciones del sueño son frecuentes en las personas con trastornos neurológicos relacionados con la edad como la enfermedad de Alzheimer y la de Parkinson.  

Sueño es una palabra que proviene del latín “somnus”, designando tanto el acto de dormir como la actividad de la mente durante ese periodo de descanso.

El sueño se define como un estado fisiológico de reposo que ocupa aproximadamente un tercio de nuestra vida. Es un estado de inconsciencia relativa, en el que se reduce la interacción con el entorno, a la vez que se mantienen y regulan numerosas funciones vitales, pues es un proceso biológico complejo que nos ayuda a procesar nueva información y a mantenernos saludables.

Se trata de una necesidad biológica para nuestra supervivencia y bienestar  porque nos permite restablecer las funciones físicas y psicológicas esenciales para un pleno rendimiento. Durante el sueño, el cerebro permanece sumamente activo. Dormimos para poder estar despiertos durante el día, y precisamente porque estamos despiertos y activos durante el día, necesitamos dormir. Mantener un buen patrón de sueño es fundamental para nuestra salud general y nuestro funcionamiento diario.

Cada noche, mientras dormimos, pasamos por diferentes fases o estadios de sueño, en concreto por cuatro, que duran en total unos 90 minutos y que se suceden con un patrón repetido. Estos estadios se incluyen en dos grandes fases de sueño, con grandes diferencias en cuanto a actividad muscular, cerebral y movimientos oculares. Una primera fase de sueño lento o fase NO REM que ocupa un 80 % aproximadamente y una segunda o fase REM, de sueño rápido, con movimientos de ojos y con imágenes oníricas. 

Aunque aún estamos lejos de obtener respuestas claras respecto a este fenómeno, parece que el sueño no REM tendría una función relacionada con la reparación de tejidos corporales y la conservación y recuperación de energía. Durante el sueño REM, predominarían los procesos de reparación cerebral, como la reorganización neuronal, la consolidación y el almacenamiento de recuerdos relevantes, así como la eliminación y el olvido de los que no lo son.

En relación a las cuatro fases del sueño podemos destacar que:

La fase 1 (sueño no REM). Es  la llamada transición de la vigilia al sueño y solo dura unos minutos. Es un estado de somnolencia ligera, donde comenzamos a relajarnos y a desconectar del entorno. La actividad cerebral disminuye, y los movimientos oculares son lentos. Si alguien nos despierta durante esta fase, es posible que no nos demos cuenta de haber estado dormidos.

Durante la fase 2, entramos en un sueño ligero más profundo. Se caracteriza por la presencia  ondas cerebrales regulares y los llamados complejos K o descargas eléctricas. Nuestro cuerpo sigue relajándose y la temperatura corporal disminuye. Esta fase ocupa aproximadamente el 50% del tiempo total de sueño en adultos.

Fase 3 (sueño no REM): Aquí llegamos al sueño profundo, también conocido como sueño delta, con ondas cerebrales lentas y de alta amplitud. Durante esta fase, ocurren procesos de reparación y regeneración en el cuerpo. El sistema inmunológico se activa, y se liberan hormonas de crecimiento. Es difícil despertar a alguien durante esta etapa, y si lo hacemos, es probable que se sienta confundido y desorientado.

Fase 4 (sueño no REM) es una extensión del sueño profundo. Las ondas delta son aún más prominentes. Durante esta etapa, el cuerpo se recupera físicamente, y los tejidos se reparan. Es esencial para la memoria y el aprendizaje.

Fase REM (Movimientos Oculares Rápidos): Es la fase en la que ocurren los sueños más vívidos. El cerebro está muy activo, y los ojos se mueven rápidamente bajo los párpados cerrados. La respiración y la frecuencia cardíaca aumentan, y los músculos están parcialmente paralizados para evitar que actuemos en nuestros sueños.  Esta fase es más larga en las últimas horas de sueño, procesándose emociones,  consolidándose recuerdos y estimulando las funciones cognitivas.   

La cantidad de horas de sueño necesarias para que sea reparador puede variar según la edad, el estilo de vida y las necesidades individuales.  Es importante que escuches a tu propio cuerpo para ajustar los hábitos de sueño.

Los niños más pequeños necesitan más horas de sueño. Por ejemplo, los preescolares pueden necesitar 10 a 13 horas, mientras que los escolares pueden requerir 9 a 11 horas.

Los adolescentes suelen necesitar 8 a 10 horas de sueño para un óptimo funcionamiento. El crecimiento y desarrollo durante la adolescencia aumentan la necesidad de descanso pero sabemos que las pantallas y las redes sociales, son auténticos ladrones del tiempo en nuestros jóvenes noctámbulos.

La mayoría de los adultos necesitan entre 7 y 9 horas de sueño  para sentirse descansados y funcionar correctamente durante el día. Algunas personas pueden sentirse bien con menos, mientras que otras pueden requerir más.  

Y a medida que envejecemos, nuestros patrones de sueño pueden cambiar. Algunos  mayores pueden sentirse satisfechos con 6 a 7 horas, pero otros aún pueden necesitar más, echándose alguna que otra cabezada.

Además de la cantidad de horas, la calidad del sueño también es crucial. Un sueño reparador implica pasar por todas las fases del ciclo de sueño (sueño ligero, sueño profundo y sueño REM) varias veces durante la noche. Interrupciones frecuentes o trastornos del sueño pueden afectar la calidad, incluso si se duerme la cantidad recomendada. Por tanto,  mantener un buen patrón de sueño será fundamental para nuestro bienestar general

El sueño es un fenómeno fascinante que se presenta en una variedad de seres vivos, no solo en los humanos.  Muchos animales -perros, gatos, elefantes, delfines y aves como los loros y los cuervos, también duermen y algunos de ellos incluso pasan por fases similares a las nuestras.

Aunque los patrones de sueño varían según la especie. Por ejemplo, los gatos, son más nocturnos y duermen durante el día. Otros, como los ratones, tienen ciclos de sueño más cortos y fragmentados. Los elefantes, por otro lado, duermen menos que la mayoría de los mamíferos e Incluso en animales relativamente simples, como las moscas de la fruta y las lombrices microscópicas, se han identificado comportamientos que cumplen con los criterios del sueño, como quedarse quietos o ser más lentos para responder.

Otro elemento a considerar son los ritmos circadianos u oscilaciones biológicas que se repiten aproximadamente cada 24 horas con procesos vitales como la regulación de la temperatura corporal, el sueño y la vigilia.

La palabra “circadiano” proviene de las palabras latinas “circa” (alrededor) y “diem” (día).

Los ritmos circadianos son controlados por un reloj biológico interno que tenemos y que se encuentra en una región del cerebro llamada hipotálamo. Durante la noche, la hormona  melatonina aumenta, lo que nos hace sentir somnolientos y durante el día, disminuye para mantenernos alerta. La liberación de otras hormonas como el cortisol y la insulina también siguen un patrón circadiano.

El desfase horario (los cambios de horarios propios de los viajes al extranjero como el jet lag) y el trabajo nocturno pueden afectar nuestros ritmos circadianos.

En resumen, los ritmos circadianos son esenciales para nuestra salud y bienestar, y mantener un equilibrio adecuado es fundamental para un funcionamiento óptimo del organismo.


El ser humano ha tratado de descifrar el significado de los sueños. Sigmund Freud, el famoso psicoanalista, dedicó gran parte de su trabajo a la interpretación de los sueños. Hay que destacar que en 1900 cuando publicó Freud su libro de la interpretación de los sueños no se conocía la fisiología del sueño. Para él, los sueños eran una ventana al inconsciente, un lugar donde los deseos y conflictos ocultos se manifestaban de manera simbólica.  

Freud creía que los sueños eran una especie de “camino real” hacia el subconsciente. Durante el día, nuestra conciencia suprime muchos deseos y pensamientos inaceptables o conflictivos. Sin embargo, durante el sueño, nuestra mente subconsciente tiene la libertad de expresarlos.

Los sueños, por lo tanto, actúan como una válvula de escape para estos deseos reprimidos. A través de símbolos y metáforas, el inconsciente se comunica con nosotros.

Freud identificó tres tipos de sueños:

Sueños de realización de deseos: Estos sueños representan deseos no reprimidos que son aceptados por la consciencia. Aunque en la vida real no se han satisfecho, en el sueño se manifiestan de forma directa.

Sueños simbólicos: Aquí, los deseos reprimidos se expresan de manera simbólica. Los elementos del sueño no se toman literalmente, sino que representan algo más profundo.

Sueños de angustia o pesadillas: Estos sueños están relacionados con conflictos internos, miedos y ansiedades. Pueden ser una forma de procesar emociones intensas.

Además, el propio Freud consideraba que todos los sueños son interpretables. Cada sueño tiene un sentido, y descifrarlo implica analizar los elementos que aparecen con el fin de  comprender su peso en la vida de cada individuo.

Para interpretar un sueño, se deben explorar los símbolos, las emociones y las experiencias personales asociadas. El análisis de los sueños puede proporcionar información valiosa sobre la psique de la persona que los sueña.

Hace pocos días en una conversación entre amigos me comentaron que compartían un mismo sueño, lo cual me llamo mucho la atención. Me dijeron que soñaban alguna vez con que no habían aprobado una asignatura de la carrera universitaria, siendo todos y todas veteranos/as licenciados/as.

¿Qué quiere decir este sueño? ¿Cómo podríamos interpretarlo?

Puestos en contacto con el gabinete del Dr. Freud, cerrado por defunción,  puedo compartir algunas posibles explicaciones y/o conjeturas:

1ª. Miedo al fracaso: Este sueño podría reflejar miedo o ansiedad relacionada con el fracaso. La universidad y los exámenes a menudo representan desafíos importantes en la vida, y soñar que no apruebas podría estar relacionado con temores sobre no cumplir con las expectativas o no alcanzar tus metas académicas.

 2ª. Presión social y cultural: Vivimos en una sociedad que valora mucho los logros académicos y los títulos universitarios. Soñar con no aprobar la carrera podría estar relacionado con la presión social para tener éxito y cumplir con ciertas expectativas. Incluso después de muchos años, esa presión puede persistir en nuestro subconsciente.

3ª. Deseo de aprender más: A veces, este sueño puede surgir si sientes que aún tienes sed de conocimiento o deseas seguir aprendiendo. Puede ser una señal de que hay áreas en las que te gustaría profundizar o adquirir nuevas habilidades.

4ª. Síndrome del impostor: Aunque no hayas suspendido nunca nada en la vida, el síndrome del impostor es una sensación común en la que creemos que no hemos hecho lo suficiente o que no merecemos nuestros logros. Soñar con no aprobar podría estar relacionado con esa autocrítica interna.

En última instancia, he de decirte que no soy un experto en la interpretación de los sueños, solo un aficionado. Los sueños son complejos y pueden tener múltiples capas de significado, y por tanto no hay una única respuesta definitiva.


Un elemento muy interesante a considerar son los sueños lúcidos. En los que el soñador es consciente de que está soñando. A diferencia de los sueños comunes, donde las personas no son conscientes de que están en un estado de sueño, en los sueños lúcidos, la persona tiene la capacidad de reconocer que está dentro de un sueño y, a veces, incluso puede controlar su contenido.

En otras palabras, durante un sueño lúcido, la mente del soñador está despierta y activa, aunque su cuerpo sigue durmiendo. Estas experiencias pueden variar desde una simple conciencia de que se está soñando hasta un control total sobre el entorno onírico.

Se estima que aproximadamente la mitad de las personas han experimentado al menos un sueño lúcido en su vida, con alrededor del 20% de las personas experimentando este fenómeno mensualmente y el 1% teniendo varias experiencias de este tipo cada semana.

Aunque la ciencia aún no comprende completamente los mecanismos detrás de los sueños lúcidos, la investigación continúa para explorar sus posibles aplicaciones clínicas y su impacto en el aprendizaje y la creatividad. Te recomiendo si quieres profundizar en este tema un libro muy interesante sobre los sueños lúcidos, escrito recientemente por el Dr. Javier García Campayo.

La costumbre de la siesta varía según la cultura y el país. En España lo tenemos bastante claro.  Parece que una siesta corta puede ayudar a recargar los niveles de energía y mejorar el estado de alerta. Si te sientes cansado o somnoliento durante el día, una siesta de 20 a 30 minutos puede ser beneficiosa, aunque no a todos les sienta igual de bien.

Echar una siesta puede mejorar la memoria, la concentración y la función cerebral. Algunos estudios sugieren que incluso una breve siesta puede ayudar a consolidar la información aprendida durante la mañana.

También, relajarse y desconectar con la siesta puede reducir el estrés y la ansiedad pues puede ser una forma efectiva de aliviar la tensión acumulada,  combatir la irritabilidad y el mal humor.

En resumen, si la siesta te ayuda a sentirte más alerta y productivo durante el día, ¡adelante, prepara el pijama y el orinal, como decía el gran C. José Cela! Pero recuerda que la clave está en la moderación y en encontrar lo que funciona mejor para ti.

Los problemas relacionados con el sueño pueden afectar significativamente la calidad de vida y la salud de una persona.

Según los últimos datos de la Sociedad Española de Neurología, en nuestro país el 48% de la población adulta y el 25% de la población infantil no tiene un sueño de calidad, es decir, falta de sueño, y que, además, un 45% de la población padecerá en algún momento algún trastorno del sueño grave.

Al menos un 50% de la población tiene problemas para conciliar el sueño y un 32% se despierta con la sensación de no haber tenido un sueño reparador.

Y un dato alarmante: España es el país del mundo con mayor consumo de benzodiacepinas, un medicamento que a menudo se receta para dormir mejor por su efecto ansiolítico, hipnótico y relajante muscular.

La falta de sueño no es un problema que ocurra solamente en España, sino que también es un problema creciente en el resto de Europa. 

Algunos de los problemas comunes del sueño incluyen:

Insomnio: Dificultad para conciliar el sueño o permanecer dormido durante la noche. El insomnio puede ser agudo (a corto plazo) o crónico (persistente).

Apnea del sueño: Interrupciones repetidas en la respiración durante el sueño, lo que puede provocar somnolencia diurna excesiva y otros problemas de salud.

Narcolepsia: Un trastorno del sueño crónico que causa somnolencia extrema durante el día y episodios repentinos de sueño profundo.

Trastornos del ritmo circadiano: Alteraciones en el reloj biológico interno que regulan el ciclo sueño-vigilia. Ejemplos ya mencionados, el jet lag y el trabajo nocturno.

Síndrome de piernas inquietas: Sensación incómoda en las piernas que provoca un impulso irresistible de moverlas, especialmente durante el reposo.

Parasomnias: Comportamientos anormales durante el sueño, como sonambulismo, terrores nocturnos o pesadillas.

Trastornos del sueño relacionados con el estrés o la ansiedad: El estrés crónico o la ansiedad pueden afectar negativamente el sueño.

Trastornos del sueño en niños: Los niños también pueden experimentar problemas de sueño, como pesadillas o enuresis nocturna (mojar la cama).

Trastornos del sueño relacionados con la edad: A medida que envejecemos, nuestros patrones de sueño pueden cambiar, lo que puede afectar la calidad del descanso.

Somnolencia diurna excesiva: Sentirse constantemente cansado durante el día, lo que puede afectar la concentración y el rendimiento.

Es importante abordar estos problemas del sueño para mantener una buena salud física y mental. Si alguien experimenta dificultades persistentes con el sueño, es recomendable consultar a un profesional médico o especialista en trastornos del sueño para obtener un diagnóstico y tratamiento adecuado.

Y como queda comprobado que dormir bien es esencial para nuestra salud y bienestar aquí te dejo algunos consejos para dormir mejor:

1.- Sigue un horario de sueño.  Intenta acostarte y despertarte a la misma hora todos los días para regular tu reloj biológico

2.- Dedica, si puedes, no más de ocho horas a dormir.

3.- Presta atención a lo que comes y bebes.  No te vayas a la cama con hambre ni demasiado lleno.  Evita las comidas pesadas o picantes antes de acostarte.

4.- Limita el consumo de cafeína y alcohol, especialmente por la tarde/noche .

5- Crea un ambiente de descanso, asegúrate de que tu habitación sea cómoda y propicia para dormir.  Mantén una temperatura agradable (entre 15 y 22 °C) y reduce la luz y el ruido.

6.- Un buen colchón y una almohada adecuada también son importantes.

7.- Limita las siestas diurnas: Si necesitas una siesta, que no sea de más de 30 minutos y preferiblemente antes de las 3 p.m. Las siestas prolongadas pueden afectar tu sueño nocturno.

8.- Realiza actividad física como parte de tu rutina diaria: El ejercicio regular puede ayudarte a dormir mejor. Evita hacer ejercicio intenso justo antes de acostarte.

9.- Maneja las preocupaciones: Si te sientes ansioso o preocupado, intenta escribir tus pensamientos antes de acostarte. Practica técnicas de relajación, como la respiración profunda o la meditación.

10.- Y si no cuenta ovejitas, aunque no te vaya a suceder como aquél que tenía déficit de atención y le recomendaron esto mismo.

Empezó bien, Una oveja, dos ovejas,  pero como tenía problemas de concentración siguió mal: gato, camión, … y acabó peor: dale a tu cuerpo alegría macarena, ja,ja…

Como ves, un buen remedio curativo es reir.  Acabamos serios, recuerda que cada persona es diferente, así que prueba estrategias y encuentra lo que funciona mejor para ti.

¡Buenas noches!

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